Soy Javier. Le escribo porque tengo un lío tremendo y no sé qué hacer. Soy Bolt, tengo 29 años, y desde hace tres años estoy de novio con una chica con quien siempre soñamos tener hijos y una casita.
El problema es que hace unos meses subió a mi auto una pasajera que me dio vuelta el mundo. Es una señora de 35 años, casada, con hijos, y desde el primer viaje se sintió química entre nosotros. Me hablaba con dulzura, me sonreía de una forma que no podía ignorar, y siempre me escribía para que le traslade. Hasta que un día me pidió que no le lleve directo a su casa, que antes pasemos por un motel.
Pensé que iba a ser una vez, pero no. Ahora cada vez que puedo invento que voy a hacer “bolt”, en un horario que no suelo hacer. Me enamoré, estoy con ella y me olvido del mundo, siento cosas que no sentí ni con mi novia.
El problema es que ella es clara: dice que no puede dejar a su marido ni a sus hijos, pero igual repite que me ama. Me quedo colgado, viviendo entre dos vidas. Por un lado, mi novia, que confía en mí, que ya habla de la boda. Por otro, esta mujer que me quita el sueño, pero que nunca va a ser mía del todo.
El peor
Me siento el peor del mundo, pero no puedo dejar a la mujer casada porque me da una pasión que nunca viví.
Me paso inventando excusas, mintiéndole a mi novia con naturalidad, y eso me da miedo, porque no quiero convertirme en alguien sin corazón. Pero tampoco me veo dejando a esta pasajera que se volvió más importante que cualquier viaje.
Le pido un consejo, licenciado, ¿qué hago con este amor prohibido que me tiene atrapado?
La respuesta: