28 oct. 2025

“Apago la luz para tener sexo por vergüenza de mi cicatriz”

Desde que se accidentó, el cuerpo de Joel cambió y le trae problemas.

hombre.JPG

Ilustración

Hola, soy Joel. Yo tenía 18 años cuando me accidenté, me tuvieron que sacar el bazo. Fue en una noche de San Juan, veníamos en moto con un amigo. La verdad que manejaba a lo loco él.

No me acuerdo mucho del golpe, solo el ruido, el dolor y después todo negro. Cuando desperté ya estaba en el hospital y mi mamá lloraba a mi lado.

Casi pasé a “mejor vida” como se dice, pero sobreviví gracias a Dios. Desde ese día tengo una cicatriz grande, gruesa, que me cruza la panza.

Los doctores decían que debía estar agradecido por seguir vivo, y la verdad que sí, pero lo que nunca pude superar del todo fue verme al espejo, esa cicatriz me acompleja demasiado.

Antes del accidente yo era suelto. Me iba a Encar, a la playa San José, sin remera, jugando fútbol, sin pensar en nada.

Con las chicas no tenía drama. Tenía buen físico y con eso me arriesgaba a todo. Después de eso, me costó hasta bañarme con la puerta abierta frente a alguna amiga con derecho.

Pasaron los años y siempre tuve mis amigas, relaciones cortas, pero siempre que con alguna tenía intimidad apagaba la luz. O simplemente cuando no me insistían no me sacaba nomás la remera.

A veces inventaba excusas, que tenía frío, que no me sentía bien. Una vez una chica me preguntó si tenía el nombre de mi ex tatuado en el pecho o que, no entendía por qué tanto misterio. Yo me reí nomás.

Ahora tengo 25 años y hace dos meses conocí a una chica hermosa. Se llama Sofi. Es buena, alegre y cariñosa.

Al principio todo era lindo, salíamos, charlábamos, reíamos. Después, cuando empezamos a tener más confianza, llegó el momento de estar juntos, y ahí volvió mi miedo de siempre.

Apagué la luz, me saqué solo el pantalón, y ella me dijo “dejá la luz prendida, quiero verte”. Le dije que así nomás estaba bien, que prefería en la oscuridad. Ella no insistió mucho esa vez.

Pero ahora ya empieza a dudar. Dice que algo le estoy escondiendo, que capaz tengo otra o que no me gusta de verdad. Y yo no sé qué hacer.

No le quiero mentir, pero tampoco sé cómo mostrarle esto que tanto me acompleja. No es una cicatriz chiquita, es una línea fea.

Anoche casi me descubrió. Estábamos juntos, empezó a sacarme la remera y yo le agarré fuerte del brazo, le paré, le dije “así nomás, mi amor, en serio”.

Me miró fijo y me dijo “¿qué te pasa? ¿Por qué nunca me querés mostrarte?”. No supe qué responder. Yo le continué ahí con los besos, cariño y ahí se tranquilizó. No sé qué hacer. La quiero, de verdad. Pero me cuesta mostrarle mi cicatriz ¿Qué piensa?

La respuesta:

Es probable que esa cicatriz te recuerde la experiencia negativa por la que pasaste y por supuesto que al mostrarla y que te pregunten por ella genera una cierta incomodidad que tratás de evitar. También los factores como la aceptación del propio cuerpo juegan un papel crucial en esta situación por la que estás atravesando. Te recomiendo hablar con tu pareja sobre la incomodidad que sentís, por cicatriz de tu accidente si mostrarla, para que pueda entenderte y también sería beneficioso que consultes con un profesional psicológico para que te ayude al proceso de la aceptación sobre tu cuerpo y que aprendas a lidiar con ello.

Psicólogo clínico y sexólogo. Cel.: (0971) 822 670