17 may. 2024

La esposa y la extra de juez están en la mira

Caso estafas en playa de autos. Ambas mujeres tienen propiedades a sus nombres.

estafas.JPG

¡Es posible! Esta es la casa del juez de Paz de Chaco’i, que parece un castillo.

Gentileza

El juez de Chaco’i, pillado en feroz estafa con playa de autos, tenía dos mujeres voi: la esposa y la pareja sentimental.

Jorge Adolfo Franco Garelik, juez de Paz de Nueva Asunción, se entregó ayer ante un juzgado de Lambaré y seguirá en prisión preventiva en la comisaría 13ª de dicha ciudad.

La fiscal Lourdes Bobadilla contó a EXTRA que contabilizaron 195 víctimas del esquema de estafas en una playa de automóviles en Ñemby.

“Estamos tratando de verificar los bienes que tiene, tanto la esposa, como su pareja sentimental”, he’i la fiscal.

Bobadilla pidió prohibir que Rosa Elizabeth Serna de Franco, esposa del magistrado, y Patricia Johanna Ríos Samaniego, la pareja sentimental, puedan vender propiedades, que supuestamente no concuerdan con sus ingresos.

“Tengo la información preliminar que la actual pareja no trabaja, pero tiene 3 vehículos de alta gama a su nombre”, detalló.

“Según información anónima, que me ha llegado, uno de los vehículos que es Hyundai Santa Fe, parece que fue adquirida de Steven Automotores; en ese vehículo se desplazaba el juez, pero no está a su nombre”, siguió explicando la Bobadilla.

La agente del Ministerio Público no tiene información sobre la actual situación sentimental del juez, con su esposa, ya que en el momento del allanamiento, Patricia Johanna fue encontrada como su actual pareja.

Sin embargo, existen propiedades a nombre de Rosa Elizabeth que deberán ser verificadas.

La Fiscalía solicitó la prohibición de contratar y el embargo preventivo de los bienes muebles e inmuebles, de las cuentas bancarias, títulos de créditos o valores colocados en entidades financieras o cooperativas, de ambas mujeres.

Así operaba esquema

En la playa de vehículos Steven Automotores, ubicada en Ñemby, vendían autos con una entrega inicial y quedaba un monto que debía ser cubierto a cuotas. Sin embargo, la trampa estaba en el contrato: si el cliente se retrasaba solo un día, debía devolver el automóvil.

Los dueños, Denis Steven Bareiro y su padre Carlos Bareiro, contaban con la complicidad del juez Jorge Franco, quien firmaba la orden de secuestro del vehículo.