Soy Johana. Estoy con mucho dolor en mi corazón, tristeza, todo mal luego. Necesito entender qué pasó. Tengo 18 años recién cumplidos. Me crié en una familia muy conservadora, de esas donde hablar de novios siendo adolescente ya es luego pecado y mucho más si se trata de intimidad. Siempre fui obediente, correcta, pero el amor me ganó.
Conocí a mi novio en el barrio, él tiene 22. Es muy lindo, educado, atento… bueno, era atento. Empezamos a hablar en la despensa de la esquina de mi casa, de esas charlas tímidas que con el tiempo se volvieron horas de mensajes y caminatas por la plaza.
Después de un mes, me pidió que sea su novia. Yo no lo podía creer, me sentía en una novela. Por fin alguien me miraba como yo quería que me miren.
Estuvimos seis meses juntos y, le juro, todo era perfecto. Me decía que me amaba, que nunca sintió algo así por nadie, que yo era especial.
Relaciones
Nunca insistió en nada, sabía que yo venía de una familia muy estricta y que no había tenido relaciones nunca. Pero cuando cumplí los 18, algo cambió.
Él empezó a insistir más seguido, a decirme que ya era tiempo, que confiara en él, que yo ya era mayor de edad para estar con él, que mis papás ya no podían decir nada.
Me sentí presionada pero también con miedo de mandar todo a la B si no accedía. Y cedí, porque sí tenía ganas también.
Esa noche pensé que nuestra relación se iba a hacer más fuerte. Pero pasó todo lo contrario.
Desde que estuvimos juntos íntimamente, él cambió por completo. Ya no me busca como antes. Si le escribo, a veces ni me contesta, me clava el visto. Salimos muy poco. Cuando lo veo, casi siempre es para lo mismo: tener relaciones.
Caminatas
Ya no hay charlas largas, ni caminatas, ni esas miradas que me hacían sentir querida. Cuando le pregunto qué le pasa, me responde con evasivas o directamente me cambia de tema. Siento que solo le importé hasta conseguir lo que quería. Y me duele mucho porque yo lo amo.
No sé si me usó, si me mintió desde el principio o si simplemente perdió el interés. No sé si fui ingenua o si está bien sentirme así. Pero lo cierto es que me siento vacía, culpable, como si hubiese traicionado los valores con los que me criaron solo para que ahora él me dé la espalda.
¿Qué hago? ¿Lo enfrento? ¿Me alejo? ¿Espero que vuelva a ser el de antes?
La respuesta: