Soy Giovanni. Tengo 50 años y me casé hace muchos años con mi difunta esposa. Ella fue la mejor compañera que pude tener. Me regaló dos hijos maravillosos. Estuvimos juntos realmente 20 años, hasta que falleció hace un par de años por una enfermedad incurable y muy agresiva.
Mundo
Sentí que se me acababa el mundo. Sentí que ya no tenía qué hacer acá cuando me dieron la noticia de su fallecimiento.
Mucho tiempo no acepté y la buscaba en nuestra habitación, esperaba que vuelva a llegar por esa puerta con las compras del súper, o que se levante temprano a preparar el mate.
Siempre fuimos comerciantes, teníamos juntos un negocio que construimos con mucho esmero. Ese negocio sigue funcionando, pero ya yo solo.
Nuestra rutina era levantarnos temprano y tomar mate hasta las 8 de la mañana, para luego desayunar. Preparaba el tereré rupa y luego el tereré de vuelta compartíamos juntos.
Rutina
Fueron años y años de la misma rutina, por lo que cuando ella se fue yo no pude aceptar, no pude creer, le reclamé mucho a Dios y no pude comprender por qué tan joven (tenía 48 años), por qué si teníamos muchos sueños, muchas metas que cumplir aún. Tampoco pude evitar cuestionar, por qué no fui yo antes que ella.
Tuve mi tiempo de sanar, fui a una iglesia que me ayudó muchísimo a entender que no importa la edad, ni lo buena que sea la persona, que cuando Dios te llama es porque debe ser en ese momento, porque no debía ser de otra manera.
Decidí soltarla y mantener los recuerdos, verlo de una forma muy diferente.
Hermana
Fue allí que pude fijar mis ojos en otra mujer, a la que también considero muy especial. Siempre tuve una buena relación con la hermana de mi difunta esposa. Éramos muy amigos.
Ella me acompañó en todo este proceso de duelo, estuvo en mis caídas, me ayudó a levantarme, y surgió ese amor entre ella y yo.
Entonces decidí que era el momento de que empecemos una relación.
Me agrada mucho su compañía y no le soy indiferente. Tengo dos hijos, uno de 24 y otra de 20 años y ninguno acepta que estemos juntos.
Dicen que estoy con ella solo porque me recuerda a mi difunta esposa, pero no es así. Ellas son muy parecidas, pero para mí son diferentes a la vez. La gente nos mira mal en la calle, hablan mucho y es a ella que le afecta más. ¿Estamos haciendo mal estando juntos? ¿Cómo sobrellevar el qué dirán?
La respuesta de la licenciada Rocío Paredes: