22 oct. 2025

“No me divorcio solo porque nos casamos por la iglesia”

Cinthia contó que su esposo la maltrató mucho psicológicamente y ya no lo quiere.

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Ilustración

Me llamo Cinthia, soy de Ciudad del Este y tengo 34 años. Me casé para mí relativamente joven, tenía solo 22 años. Para que se entienda mi historia, soy una joven que solo creció con su mamá, nunca tuve el cariño de mi papá. Incluso, cuando supe quién era lo busqué, pero él simplemente me rechazó.

Mi marido se llama Carlos, ahora, después de todos estos años, entiendo que cuando lo encontré sentí que era mi refugio a todos mis problemas.

Me casé con sueños, pensando que sería feliz hasta el fin de mis días con él, tuvimos tres hijos juntos. Todos mis sueños, todo lo que pensé y proyecté se derrumbaron.

Mi marido es una persona que también pasó mal en su niñez, no tuvo amor, y no es justificación eso, pero creo que toda la rabia que siente en su corazón descarga por mí. Yo me casé por la iglesia católica, mi mamá es católica fanática, de esas que activan y tenemos un grupo y todo ahí.

Maltratos verbales

Pasa que nosotros creemos que una vez que Dios te bendice en matrimonio, ya no podés divorciarte. Pasaron los años, yo normalicé los maltratos verbales y psicológicos de mi esposo. Cada vez que yo tenía un logro, él los minimizaba.

Nunca quería que yo sobresalga más que él. Ahora que yo logré terminar mi facultad luego de mucha garra, me encuentra un pero a eso, que lo que estudié no me va a dar de comer, que él trabajando como vendedor va a ganar más siempre.

Me anuló por completo, tanto que sentí que me merecía su maltrato, que todo era mi culpa, porque él me pintaba así. Ejemplo: una vez me empujó mal y me lastimó el brazo, y me dijo que si él me hizo eso era por mi culpa, porque le provoqué al reclamarle algo, y yo otra vez terminaba pidiendo perdón.

Hasta hoy, no me divorcié cegada, en un mundo donde todos me decían que una vez casada por la iglesia no puedo dejarle a mi esposo.

Lo que hizo que abra los ojos es que conocí a un muchacho (por redes), que está lejos, en otro país, pero me trata súper bien, así como él nunca me trató y siento que no quiero dejar de hablar con él, siento que me gusta.

Por Carlos ya no siento nada de nada, no quiero ni que se me acerqué. Se dio cuenta y ahora vino supuestamente arrepentido a pedirme que le dé una oportunidad, porque ya le pedí el divorcio.

Me pidió que le de dos meses para demostrarme que cambió y me dijo que irá al psicólogo. No sé qué hacer, no sé si pueda volverlo a amar, pero también pienso en mis hijos ¿Qué debo hacer?

La respuesta:

Entiendo que cargás con el peso emocional de heridas, durante años, desde la ausencia paterna que te dejó heridas profundas hasta el matrimonio que, en lugar de sanarlas, las profundizó con maltratos verbales y psicológicos. Es completamente válido que te sientas anulada, culpable y atraída por alguien que te ofrece el respeto y cariño que mereces; esto no es una traición, sino una señal de que internamente buscás sanación. Normalizaste el abuso por lealtad religiosa y familiar, pero recordá: el amor verdadero no minimiza logros ni justifica violencia, y tu graduación es un testimonio de tu fuerza resiliente, no un “pero” para él.En este momento de incertidumbre, priorizá tu bienestar y el de tus hijos: el cambio genuino de Carlos requeriría terapia individual para él (y para vos idealmente en pareja o sola), pero dos meses no borran años de dolor; evalúa acciones concretas, no solo promesas, y protegé tu espacio emocional, incluyendo esa conexión que te revitaliza, siempre con honestidad. Para tus hijos, modelar un hogar sin abuso es más valioso que mantener una unión tóxica; considerá consultar a un terapeuta local o líneas de apoyo como el 155 . Vos no sos responsable de su rabia, y merecés re-descubrir el amor propio que siempre has tenido; un paso a la vez; pensá en los pequeños cambios que podés hacer para sentirte bien en el presente.

Psicólogo, sexólogo, especialista en parejas.