Soy Lali, tengo 33 años y desde los 25 intento tener un hijo con mi marido. Ocho años de estudios, tratamientos, médicos, hormonas, análisis y esperanzas rotas. Él siempre supo que tenía problemas de infertilidad, pero juntos decidimos intentarlo igual.
Pasamos por inseminación artificial, pastillas, todo lo que uno se pueda imaginar, pero nunca funcionó. Con el tiempo, la relación se fue desgastando. No por culpa de él ni por culpa mía, sino por esa presión silenciosa que es como una presión en el pecho y que sentimos todos los días por el deseo que tenemos de ser padres, principalmente yo, que sé bien que no soy el problema.
Él, por su parte, se fue encerrando en sí mismo, se volvió distante, quizá por culpa o miedo, no sé, pienso yo. Llegamos a un punto donde casi ni hablábamos del tema, y cuando por alguna razón lo hacíamos, terminábamos peleándonos mal.
Un error
En medio de ese caos emocional, cometí un error que todavía no sé cómo procesar. Conocí a un chico de 28 años, alguien que apareció justo cuando yo sentía que ya no valía nada.
Es un joven que, si les soy sincera, no sabe nada de la vida, no tiene trabajo estable, aún vive con sus padres. Pero me dio atención, me escuchó, se convirtió en mi confidente, y en un momento de desesperación, de querer sentir que podía tener un hijo, me dejé llevar. Sé que lo que hice no está bien. No intento justificarme.
Licenciado, quedé embarazada, y sentí una mezcla de llanto, alivio y culpa, me alegraba saber que sería mamá, pero estaba súper preocupada.
Traicioné a mi marido, y ahora no sé cómo enfrentar la verdad. Él y yo ya estábamos mal, pero igual siento una responsabilidad y le amo.
El padre del bebé no quiere nada serio conmigo. Para él fue un momento y nada más, y la verdad que yo tampoco, yo quiero recuperar mi matrimonio.
Pienso que, si tal vez le digo que él sea el papá de mi bebé, ya que al otro no le importa. No sé si decirle la verdad, si alejarme, ya no sé cómo perdonarme esto ¿Qué me aconseja?
La respuesta: