Hola al equipo de Consultorio del Amor. Soy Álvaro. Tengo 27 años y mi novia también.
Le escribo porque siento que mi novia se avergüenza de mí. En verdad siento que no soy suficiente para ella, o mejor dicho, que no soy lo bastante alto. Mido 1,60. Lo tengo asumido. Nunca me afectó tanto hasta que empecé a salir con Valeria, que mide como 1,78. Y encima, siempre anda con tacos.
Cuando estamos juntos, parece que estoy con una modelo. Al principio pensé que le gustaba eso, que le parecía lindo que seamos diferentes. Pero ahora dudo. Nos conocimos en una feria gastronómica. Yo estaba vendiendo empanadas con mi hermana, y ella vino con unas amigas.
Ella me pidió otra empanada y me dijo que era la mejor que probó en toda su vida, y ahí nomás me reí y empezamos a hablar.
Intercambiamos nuestros números de WhatsApp y unos días después ya nos vimos. Me encantaba su risa, su forma de hablar, su seguridad. Al principio todo era lindo. No le importaba que fuera más bajo. Se agachaba para darme besos, me abrazaba sin problema, y hasta bromeaba con que le gustaban “los enanos”.
Suelta la mano
Pero de un tiempo a esta parte, algo cambió. Cuando salimos por la calle, si ve que hay mucha gente, me suelta la mano. O camina un paso más adelante como si no viniera conmigo. Si le intento dar un beso, me gira la cara. Una vez, en un centro comercial, una chica que conocía la saludó, y cuando me presentó, solo dijo “él es… mi amigo”. Después me pidió disculpas, que se había puesto nerviosa, que no sabía cómo reaccionar.
Licenciado, no soy tonto. Me doy cuenta. Sé lo que pasa. Me quiere, sí, pero no quiere que la gente piense que su novio es más petiso que ella.
Una vez hasta me dijo: “Es que la gente mira raro, parece que sos mi hermanito”. Me dolió. Me dijo en chiste, pero esas cosas no se olvidan.
Cuando estamos solos, es otra persona. Me abraza, me mira como si fuera el único en el mundo. Pero cuando empezamos a mostrarnos más a la gente lo que cambió o cambia.
Siento que está más pendiente del qué dirán que de lo que realmente siente. Le escribo porque no sé si debería hablar de esto con ella, si vale la pena seguir intentando o si es mejor soltar. Me hace sentir menos. Como si ser chaparro fuera una falla, una vergüenza ¿Qué hago?
La respuesta: