Soy Adrián, tengo 32 años y mi pareja 27. La cuestión con mi señora cada vez está más densa.
Al principio pensaba que su manera de actuar era algo pasajero, de momento. Pero con el tiempo me di cuenta que tiene unas manías que ya son algo psicológico para mí, y no sé cómo voy a aguantar.
Ella tiene una obsesión enfermiza con la limpieza. No hablo de alguien cuidadosa, no: hablo de una persona que convierte cada gesto cotidiano en una inspección de salud. Yo me levanto, medio dormido, y antes de siquiera abrir bien los ojos ya me está preguntando si me lavé los dientes.
Si le digo que no, porque primero quiero tomar un café y después cepillarme, ella se ofende como si le hubiera faltado el respeto. Me dice que hay que cepillarse antes y después. Entonces y para no escuchar plagueo, y verle con cara de angustia, ya prácticamente me levanto con el cepillo en la boca, cuando realmente nunca fue costumbre mía cepillarme antes de desayunar. Me parece medio tonto luego.
Desayuno
Cuando por fin desayuno, otra vez lo mismo: “¿Ya te lavaste los dientes?”, dice de vuelta. Y claro, aunque recién terminé de comer, tengo que volver a cepillarme. Tres, cuatro veces por la mañana, según cómo se levante. Cuando estoy en casa, porque cuando estoy laburando realmente para mí es un respiro. Me libro de todo eso.
Ni hablar del tema de los zapatos. En mi propia casa no puedo caminar tranquilo. Apenas piso la puerta, me hace dejar los calzados en la entrada, como si viniera del desierto con barro hasta las rodillas. Dice que el polvo le da alergia, que no soporta la idea de sentir la suciedad. Yo trato de entenderla, pero de verdad, ¿quién puede vivir así?
Lo peor es cuando vamos a tener intimidad. Ya es bastante difícil encontrar momentos de calma, pero cuando finalmente tenemos un tiempito para darnos ese gustito de placer, me corta todo con la misma frase: “¿Ya te bañaste?”. Y yo, que capaz me bañé hace dos horas, le digo que sí. Pero no, para ella no es suficiente, tengo que volver a bañarme, que el jabón me huela, y ponerme perfume también. Todo un sarambí.
Me harta y le digo que no, y ahí se enoja y me castiga, me dice que no vamos a tener relaciones así, y tengo que bañarme de vuelta. Aclaro que ella hace lo mismo, se baña mínimo 4 veces al día si está en casa. No sé cómo hará con su trabajo, seguro se baña ahí también.
Ella repite todo el ritual, esa es la manera en como ella vive su día a día. Hablando mal y pronto, yo entro al dormitorio oliendo a jabón y salgo con la sensación de haber estado en un quirófano, no en una cama con mi mujer.
La verdad que ya no sé qué hacer ¿Qué me recomienda?
La respuesta: