“Soy Amalia. Tengo 33 años y hay una cosa que me preocupa demasiado. Tal vez para muchos es macanada, pero yo como mamá me preocupo por mis hijos y esto también tiene que ver con mi esposo, el padre de mis hijos, que debería ser el ejemplo para ellos.
Me casé con Roberto ya hace 7 años, tenemos un niño de 5 años y otro de 3. Roberto es de familia católica y yo vengo de una familia evangélica.
El tema es que nosotros no estamos acostumbrados a usar malas palabras o palabrotas, como se dice en mi familia, porque creemos que destruye a las personas. Cuando se utilizan palabrotas o calificativos negativos sobre alguien creemos que la persona está transmitiendo o declarando sobre la vida. Además, los hijos tienden a repetir el modelo, que es lo que más me preocupa.
Religión
Él no tiene religión y nunca quiso acompañarme a la iglesia, pero sí le pedí que deje de decir groserías frente a mis hijos y tampoco me gusta que les diga “que aka ne que sos”, “qué estúpido”, “no valés”, ese tipo de palabras que le cortan las alas a mis hijos.
De cierta forma influirán en ellos porque la palabra dice que por nuestra boca bendecimos o maldecimos a nuestros hijos, si decimos que nuestros hijos no sirven para nada, traemos cosas feas y negativas a su vida.
En fin, el punto o caracú del tema acá es que mi marido, durante estos siete años de casados me dice “bueno, ya no voy a decir así, ya no voy a hacer”.
Una y mil veces las mismas disculpas, pero nunca dejó de decirlas, siempre repite lo mismo frente a mis hijos.
Tanto que el mayorcito ya se está comportando de la misma forma, y cuando viene gente extraña incluso ya dice groserías.
Estoy muy preocupada y la verdad que no sé más cómo lidiar con esta situación. Ya le dije en todos los tonos, de mil formas y colores, pero la verdad que simplemente él vuelve a decir malas palabras.
¿Cómo hago para cambiar esto? Me preocupan demasiado mis hijos.
Respuesta:
Buen día, Amalia. De ninguna manera el caso de tu consulta es macanada, la buena crianza que le damos a nuestros hijos se reflejara en el futuro de los mismos. El ejemplo y las buenas indicaciones deben venir de ambos padres, tanto las exigencias como las concesiones. Es por eso que, siempre se tiene que tener conversaciones sanas entre los dos, de cómo van a proceder o dirigirse con sus hijos. Estas conversaciones siempre deben estar entendidas por ambos, que todo se hace para dar lo mejor a sus hijos, por más que ustedes no lo recibieron en su infancia, hoy día sus hijos se merecen otro estilo y calidad de educación. Por otro lado, aplicá el sistema “multa”. Por cada mala palabra o expresión inapropiada, tiene que pagar una multa de 10 mil guaraníes y ese dinero va a ir para la educación o alguna mejora para los niños. Con los hijos, darles castigos morales y de entendimiento.Vas a ver, que sí o sí se amolda a las promesas de no usar malas palabras y verá con madurez la crianza de sus pequeños.
Lic. Angel Romero