Soy Joaquín, tengo 42 años, y estoy ahora mismo pasando una situación muy difícil con mi esposa. Para mí es complicado porque por ella no podemos controlar nuestros ingresos. No podemos ni ahorrar.
Trabajo mucho y gano bien, no me quejo de eso. Al contrario, siempre me gustó sacrificarme para darle lo mejor a mi familia.
Pero, cada mes es un martirio con mi esposa y la llegada del aguinaldo siempre es para pelea. Eso ya fue, ya se esfumó.
Este año, como casi todos, gran parte de ese dinero desapareció en cuestión de días. Ropa, zapatos, carteras.
Bolsas y más bolsas entrando a la casa. Lo que más me dolió no fue solo el gasto en sí, sino que no se haya apartado nada para las cuotas de nuestro hijo.
Yo lo que suelo hacer es dejar ya apenas cobro mi aguinaldo para eso, para que no nos esfuerce tanto, porque realmente es un poco alto lo que pagamos en la escuela.
Esta vez, me olvidé sinceramente. Siempre saco luego en el cajero y guardo en efectivo. Pero esta vez no hice eso. Ella dispuso de mis tarjetas para comprarse algunas “cositas”, y prácticamente me peló la tarjeta.
En cantidad
Compró cosas para ella en cantidad, y también para nuestro hijo, y alguna que otra cosita para mí y para la casa.
Entiendo que es necesario, pero se puede administrar para saber qué es prioridad. Mi señora tiene una relación muy extraña con las compras. No es solo gusto o capricho.
Es una necesidad constante. Si pasa un fin de semana sin comprarse algo, aunque sea una sandalia, se deprime.
Se pone triste, irritable, distante. Y cuando no puede comprar, llora. Literalmente llora.
Mimo
Me dice que no le entiendo, que eso le hace sentir mejor, que es su forma de darse un mimo.
Yo intento acompañar, hablar, poner límites, pero termino cediendo. Porque si no, vienen los reproches, el silencio o las lágrimas.
Y al final, el dinero que podría servir para ahorrar, invertir o simplemente estar tranquilos, se va en cosas que a los pocos días ya no tienen importancia.
No nos falta nada, vivimos bien, pero malgastamos todo, y me genera mucha angustia.
No por mí, sino por el futuro. Ya no sé cómo hablar de esto con ella y necesito un consejo.
La respuesta: