En lo profundo de la zona rural Ogaitá, de Alto Verá (Itapúa), una familia vive bajo la sombra de la incertidumbre. Dos episodios, tan extraños como inquietantes, alteraron la calma de un hogar humilde.
La misma joven de 15 años, cuya historia te contamos que apareció maniatada y en su patio algunos panfletos religiosos había protagonizado otros eventos inexplicables.
Días antes, a las 06:30 de la mañana, la misma joven se disponía a visitar a una vecina. Apenas había cruzado el portón cuando, según relató, se encontró con un hombre extraño tomando mate y mantenía una pequeña fogata encendida frente a la entrada.
Cambió su voz
El miedo se apoderó de ella, lanzó su mochila al suelo y corrió de regreso a la casa. Sus padres, alarmados, acudieron al lugar solo para hallar la mochila abandonada. Del hombre, del fuego, ni rastro alguno.
La madre, con la voz impregnada de preocupación, confesó que su hija no es la misma desde entonces: su tono de voz cambió, también su mirada.
La familia, católica y profundamente creyente, buscó el auxilio de sacerdotes, aferrándose a la fe en medio de la confusión.
Un médico forense examinó a la adolescente y confirmó que se encuentra en buen estado de salud física, aunque lo vivido siga desbordando cualquier diagnóstico.
La denuncia fue hecha en la Comisaría 54° Perlita de Alto Verá y está bajo la investigación del fiscal Reinaldo Castillo.
Apareció maniatada también
El más reciente ocurrió la noche del 22 de agosto, cuando el reloj marcaba las 23:45. La adolescente de 15 años descansaba en su habitación junto a su hermano menor, de apenas 9, cuando un grito desgarró el silencio.
“‘¡Mamá, mamá, mamá!’”, en la tercera salté de la cama y le dije a su hermano que abriera la puerta (porque se cierra por adentro)”, expresó doña Blasida a Telefuturo.
Lo que encontraron los dejó helados: la joven estaba maniatada de pies y manos con hilos de pescar. Fue su madre quien la liberó, y al interrogarla con la urgencia del miedo, recibió una respuesta desconcertante.
La adolescente no recordaba nada. Apenas pudo describir que había tenido una pesadilla en la que vagaba por el bosque, y que, al abrir los ojos, vio una “figura blanca atravesando la pared”. Como si la escena no cargara ya suficiente misterio, en el patio apareció un panfleto con al menos ocho frases bíblicas escritas. Ninguna puerta, ninguna ventana había sido forzada. El hilo de pescar, reconoció el padre, era suyo, un obsequio reciente de su hermano, que ahora se convertía en pieza del enigma.