Hilda Aires dejó a su hijo mayor de apenas tres años, cruzó la frontera con Lucas en brazos y pasó siete años luchando por su vida en el extranjero. Hoy, a sus 39 años, acaba de recibirse como Licenciada en Enfermería con el promedio más alto de su promoción.
A los 21 años, Hilda ya había enfrentado la muerte de cerca. Un terrible accidente de tránsito la dejó en coma con un traumatismo de cráneo. Pero volvió a levantarse, formó una familia y tuvo tres hijos. “Por algo Dios me dejó vivir”, dijo a EXTRA.
Su hijo menor, Lucas, nació con una grave enfermedad hepática y tuvo que someterse a dos trasplantes de hígado en Argentina. “Lucas es el único niño paraguayo con re-trasplante de hígado beneficiado en el extranjero”, contó orgullosa.
“Pensé que no lo iba a lograr”
Fueron años de hospitales, terapias intensivas y controles médicos. “Defendí mi tesis y tres días después ya estaba viajando a la Argentina para una biopsia hepática de mi hijo. Fue una locura, pensé que no iba a lograrlo”, recordó.
El domingo 12 de octubre de este año, después de tanta lucha, logró cumplir su sueño: se recibió con promedio 5. “Estoy pagando de a poquito los préstamos que me ayudaron a llegar a este momento, pero feliz, porque ahora puedo servir a la gente”, contó emocionada.
Lucas hoy sigue con sus controles médicos, pero mucho más estable. “Los médicos de Paraguay hicieron todo lo que pudieron, pero en Argentina se logró gracias a Dios y a la ayuda de muchas personas”, recordó, agradeciendo a la Fundación Santa Librada, a la doctora Adelaida Cantero Álvarez y al doctor Héctor Castro, infectólogo del IPS.
En sus redes sociales, la flamante licenciada en enfermería compartió un mensaje que tocó los corazones de muchos:
“Por mucho tiempo le pedí a Dios llegar a este gran momento. Pasé un terrible accidente, estuve en coma, tuve tres hijos, luché por la vida de Lucas viajando al extranjero y estando lejos siete años. Hoy, a mis 39 años, lo estoy logrando. Todo gracias a la gloria de Dios. Porque hay que pedir con fe y esperar, que todo llega, aunque a veces tarde.”
Ahora Hilda sueña con especializarse en enfermería pediátrica, rodeada de niños y ayudando a otros a sanar. “Si yo pude, cualquiera puede. Dios aprieta, pero no ahorca”, finalizó.