Los gatitos se quedan con sus “mamis”, pero los papás se hacen cargo también desde lejos.
Dos mujeres paraguayas contaron a EXTRA que sus exparejas, pese a vivir en otros países, siguen enviando dinero todos los meses para mantener a los “michi hijos” que criaron juntos.
Rosa Irigoitia, vecina de Ñemby, relató que hace años había adoptado un solo gatito, pero todo cambió cuando conoció a Jhon, su expareja colombiana. Con él, su familia felina creció hasta llegar a tener 13 mininos que compartieron durante una década.
“Cuando empezamos a vivir juntos, él trajo a sus cuatro gatos y después fuimos rescatando otros”, recordó Rosa.
Desde entonces, Jhon se ganó el título de papá gato responsable, pues llegó a gastar más de G. 7 millones en el tratamiento de uno de sus michis cuando se enfermó.
Con el tiempo, algunos fallecieron y quedaron siete. Cuando Jhon tuvo que regresar a Colombia junto a su familia, la pareja decidió separarse, pero él prometió seguir ayudando con la manutención… y cumplió.
Actualmente, Rosa recibe entre USD 200 y 300 mensuales (G. 1.500.000 a G. 2.250.000) para los gastos de los gatitos.
Como criaturas
“Viven como si fueran criaturas. Están bajo aire acondicionado, toman leche, comen purina premium y carne. Además, los llevo a la veterinaria para bañarlos y desparasitarlos”, contó orgullosa.
El colombiano no solo envía dinero, sino que también hace videollamadas semanales para ver a los michis y que no lo extrañen.
Están tan bien atendidos que incluso, uno de sus vecinos le advirtió que algunos malintencionados hasta ya planean secuestrarlos para pedir rescate por ellos.
Desde España
Un caso parecido es el de Sonia Pereira, de Limpio, quien crió seis gatitos durante ocho años junto a su pareja.
Tras separarse hace tres años, él se mudó a España, pero nunca se olvidó de sus peludos. El primer mes le envió 50 euros (unos G. 400.000) y luego empezó a mandarle 100 euros (G. 800.000) cada mes.
“Esa plata uso solo para la purina, porque dos de mis gatos están con tratamiento veterinario y él también paga eso aparte”, explicó Sonia.
Durante el invierno incluso le manda dinero extra para comprarles frazaditas especiales para sus casitas.
Aunque algunos vecinos se burlen, Sonia no se arrepiente.
“Tener mascotas también es una responsabilidad, igual que tener hijos”, aseguró.