Fredy Recalde (34) trabajaba como chofer de transporte público pero le despidieron en plena pandemia hace dos años.
“Después, empecé a rebuscarme. Tenía un compañero de trabajo que vendía mosto y me dio la opción para trabajar en eso”, manifestó a EXTRA. Primero se instalaba hacia el Parque Ñu Guasu, pero le quedaba lejos y gastaba mucho en combustible. Él es de Pa’i Ñu, Ñemby .
Se colocó más cerca, en el kilómetro 9 de la ruta Mariscal Estigarribia de Fernando de la Mora. “Compro la caña de Félix Pérez Cardozo, zona de Villarrica. En un camioncito me voy y traigo para la semana, 1.000 a 2.000 kilos”, dijo.
Adaptó su trapiche (molino de caña de azúcar) para poder llevar en un remolque que estira con su auto. Coloca toda la caña en la bahulera. Afirmó que para conseguir un litro de mosto se usan cuatro a cinco varas de caña dulce de un metro y medio de largo, aproximadamente.
Gana más
El giro que significó cambiar de trabajo le vino bien porque ahora inclusive gana en tres días lo que antes le costaba un mes. El trapiche como se llama el molino que saca el jugo de la caña al principio era alquilado, ahora ya es propio.
“Cuando hay lluvia me afecta porque no se puede así vender. A la intemperie estoy”, dijo.
La temporada de invierno es cuando bajan las ventas. Por eso se prepara para vender miel negra y tortas de miel. “Mantengo mi precio porque no es tanta la diferencia y porque me da todavía ganancia. Estoy dando a G. 10.000 el litro”, comentó .
Sostuvo que en la temporada alta le suele ayudar un señor en las ventas. Su esposa se encarga de limpiar la caña que llega del campo.
“Me ubico donde me permitan estar, a veces la gente no quiere que se coloque frente a su negocio”, afirmó.
Tiene dos hijos a los que mantiene con este noble negocio. “A la gente le gusta mucho, uno por el sistema de trabajo y cuando se acercan dicen que les recuerda a su abuelo o su abuela”, relató.