Los pasillos del Buen Pastor quedaron en silencio desde el lunes tras 106 años, cuando las 569 mujeres privadas de libertad fueron trasladadas a Emboscada, mientas que las embarazas al Serafina Dávalos de Coronel Oviedo.
En un recorrido guiado por el Gobierno, se pudo observar cómo vivían las reclusas. Había como tres categorías sociales: VIP, la “clase media” y las que vivían en verdaderos chiqueros. Encimadas, con las paredes llenas de humedad, poca ventilación.
Dentro de sus celdas quedaron plasmadas miles de historias. Las paredes quedaron con dedicatorias de amor. Y en cada ladrillo clamaban a Jesús o a su club: Olimpia y Cerro Porteño. Desde altares dedicadas a San Miguel, Divino Niño Jesús, Jesús de la Misericordia, hasta carteles de convivencia con la advertencia de “Respetar el horario de silencio”. Aquel momento era sagrado para las internas, la siesta de 13:00 a 15:00, no se podía gritar en los pasillos, sobre todos aquellos que estaban muy cerca de donde habitaban las madres con sus hijos pequeños. Y no daban fiado nada.
Se pudo ver que atrás dejaron televisiones lujosos, sumieres cómodos y colchones andrajosos, sucios y rotos. Letrinas antiguas, libros policiales, cortinas desteñidas. Te dejamos una galería del recorrido de algunos de los rincones. Ayer, las familias iban con motocarros para retirar algunas cosas de las internas.
Mirá el recorrido por los pasillos del Buen Pastor: Foto: Renato Delgado y José Bogado, Última Hora.