A veces sucede que las personas deciden casarse al calor del momento y confunden amor con enamoramiento. Otras se casan porque simplemente era el momento. También hay parejas que se casan por exigencias sociales y/o religiosas.
Pero hoy en día, son muy pocas las parejas que se casan con la suficiente madurez y convicción mental y emocional como para entender lo que significa, en toda su dimensión, casarse, formar una familia y comprender lo que conlleva esa responsabilidad.
Y aun así, en algún momento surgen situaciones de duda y confusión. A veces uno olvida las promesas y juramentos de amor eterno en momentos de vulnerabilidad y la carne es débil.
“No puedes adjudicarte la culpa de lo que sucedió. Debes entender que la culpa no fue tuya y es el momento de darte tiempo para tener tu duelo, volver a levantarte”
Con el tiempo vamos perdiendo cosas en la relación y dejamos de darle la atención a detalles muy importantes, y al no encontrarlos dentro de la relación, lo buscamos afuera, esa necesidad de llenar el vacío emocional.
También sucede que de tanto buscar el éxito en nuestras vidas, nos olvidamos de vivir. Todos los seres humanos somos puestos a prueba en algún momento de nuestras vidas y siempre son difíciles, y es entonces que tenemos que elegir entre estancarnos o levantarnos.
No puedes adjudicarte la culpa de lo que sucedió. Más allá de la razones que les llevó a esa traición y falta de lealtad de parte de ellos, lo más importante en este momento tenés que ser vos.
Debes entender que la culpa no fue tuya y es el momento de darte tiempo para tener tu duelo, volver a levantarte, encontrarte contigo misma, redescubrir tus fortalezas y cuidar tu salud física, mental y espiritual.
Aferrate a las cosas importantes en tu vida como el trabajo, familia, amigos y actividades que siempre te han hecho sentir bien.
No te cierres a la vida y recuerda que cada tormenta, por fuerte que sea, tendrá que parar en algún momento y volverá a salir el sol.