Soy Tamara. Tengo 25 años. Ahora mismo estoy pasando una situación un poco complicada. Estoy embarazada de tres meses y medio, y aun-
que debería ser uno de los momentos más lindos de mi vida, estoy viviendo una pesadilla y todo por culpa de mi suegra. Le cuento que vivimos al lado de la casa de ella, porque ella nos dio el terreno, y nosotros construimos, y al principio todo bien, pero desde que le contamos que estoy esperando un bebé todo es mucho más argel.
Se mete en todo, pero en TODO. Apenas supo que estaba embarazada empezó con sus comentarios como si fuera adivina: “Seguro es
Varón”. Después: “Con ese antojo salado, va a ser varón sí o sí”. Yo no tengo problema con que sea nena o nene, lo único que quiero es que venga sano, pero parece que para ella tener una nena es castigo. Y si llego a decir algo como que si es niña le voy a poner tal nombre, me mira con cara fea y me tira cosas tipo “y bueno, qué se le va a hacer, mientras nazca bien”.
Tranquila
No puedo comer tranquila. Cada vez que me ve con algo en la mano mecuestiona: “Eso no podés comer ”, “eso tiene mucho sodio”, “eso hincha”. Y no es que yo esté comiendo porquerías, ¡pero ni una empanada me deja disfrutar sin sermón! A veces siento que ni siquiera puedo respirar en paz sin que opine cuando está cerca.
Pero lo que me terminó de hartar es que se pasa tocándome la panza. Encima que apenas se me nota. Ella igual me toca como si fuera su almo-
hada, que la forma de mi panza dice qué va a ser y bla bla. Al principio aguanté porque no quería ser maleducada con ella, pero llegó un momento en que ya no daba más. Un día, con toda la calma del mundo, le dije: “Suegra, por favor, no me toques la panza, me molesta”.
¡Ahí se armó el quilombo! Se ofendió como si le hubiera insultado a su santo, se puso a gritar que yo le falto el respeto, que ella solo quiere al nieto y que soy una malagradecida. Se fue llorando a su casa, haciendo todo un drama, y lo peor fue que mi marido se puso de su lado.
Me dijo que le hablé mal a su mamá, que ella solo quiere ayudar y que estoy
demasiado sensible. ¡Claro que estoy sensible! ¡Estoy embarazada! Pero él no entiende, parece más hijo de su mamá que padre de mi hijo. Desde entonces estamos peleados, casi ni me habla, duerme al borde de la cama y se va temprano a lo de ella como si yo fuera la bruja del cuento.
Amo a mi marido, pero esto ya me está superando. En vez de disfrutar mi embarazo, ando toda estresada pendiente de que no aparezca de vuelta ¿Qué piensa?
La respuesta: