Hola Diario EXTRA. Le escribo como una mamá y esposa preocupada.
Soy Carmen. Estoy casada hace 9 años con el papá de mis dos hijos. Tenemos una familia muy linda: dos varones, uno de 8 y otro de 6, una casa con patio y perro, y domingos de asado.
Pero hay una situación que a mí la verdad se me sale de las manos, y como mamá me duele.
Mi marido tiene 32 años, la misma edad que yo, es fanático del fútbol. Jugó en ligas menores y hasta ahora suele ir a los partiditos a desestresarse.
Desde que nuestro hijo mayor cumplió 4, lo llevó a la escuelita de fútbol del barrio.
La verdad es que él tiene talento, eso no voy a negar. Hace goles, corre como loco y hasta le dicen “el crack”. El problema es que, desde que nació el más chiquito, mi marido nunca lo miró igual.
Nuestro hijo menor, Bruno, es diferente. Le gustan los rompecabezas, dibuja súper bien, se pasa horas armando castillos con bloques, pero no le gusta el fútbol.
Conjunto
Cuando cumplió 4, mi marido le compró un conjunto completo de la Albirroja y una pelota. Abrió el regalo y lloró porque lo que él quería era un dinosaurio.
Desde ahí empezó todo. Al principio pensé que era cosa mía, que yo estaba exagerando. Pero con el tiempo las diferencias se hicieron claras.
A Joel, el mayor, le grita “mi campeón” y lo sube a los hombros después de los partidos.
A Bruno, lo saluda con un “hola mi hijo”, pero sin tanto festejo ni nada parecido.
Una vez, estábamos en el acto del Día de la Madre. Bruno bailó música paraguaya, con otros compañeritos. Estaba feliz, se esforzó muchísimo.
Mirada
Cuando terminó, corrió a su papá para que lo abrace. Él solo le tocó la cabeza y dijo “Bueno, ya está. ¿Dónde está Joel?”.
Bruno bajó la mirada y no habló en todo el camino de vuelta.
Otro día, Joel estaba jugando al fútbol en el patio con el papá y Bruno se unió al verlos jugar. Pateó mal la pelota y mi marido le gritó: “¡Nderevaleiete mi hijo. No sabés ni chutar!”.
Yo me le fui encima, le dije que era un nene y que no tenía por qué tratarlo así. Él sí que se enojó más.
Yo no sé qué más hacer. Bruno está empezando a cerrarse y me parte el alma. Y lo peor es que cuando intento hablar con mi esposo, él dice que exagero ¿Qué hago?
La respuesta: