03 may. 2025

“Me di cuenta que debía ser piloto ¡como sea!”

Joven caacupeño cumplió su sueño con muchos sacrificios. Alan Matías Bogado Bogado Vera hizo de todo para convertirse en aviador civil.

“Luchen por sus sueños”, es el consejo que dio a los jóvenes Alan Matías Bogado Vera.

Puede que parezca una frase repetitiva, pero para este muchacho, el luchar se ha convertido en un estilo de vida y la fórmula más eficaz para cumplir su sueño.

“Siempre veía a los aviones a chorro pasar, me volvía loco”, contó a EXTRA. Desde muy chico, su pasión por los “pájaros de metal” superaba todos los límites de su imaginación. Alan también quería volar y lo consiguió. El muchacho de 23 años, oriundo de la compañía Cabañas, Caacupé, se convirtió en flamante aviador civil y decidió compartir en resumidas líneas todo lo que hizo para llegar a su objetivo.

“Comencé a trabajar con papá en un lavadero, aprendí a lavar coches en días de frío, calor y mientras otros niños jugaban por las canchitas. Mi papá decía siempre ‘koa posiblemente aviador ra’ porque me relacionaba con gente mayor y volaba”, relató el joven.

Ya en la etapa de la adolescencia, Alan terminó totalmente convencido de que lo suyo era estar por los aires. “Tenía 13 años y una vez mi hermano me llevó a una exhibición aérea en Luque y allí me di cuenta que debía ser piloto como sea”, aseguró.

“Hasta los 20 años trabajé en el lavadero y los sábados, para no gastar plata, iba a un local de un amigo, donde hacía de delivery y ganaba plata con las entregas, y todo era con el fin de juntar para hacer el curso de pilotaje”, reveló.

Obstáculos

Apenas terminó el colegio y su papá le pidió que estudie Derecho, que esa idea de volar era peligrosa.

“En realidad sabía que papá no iba a poder pagar el curso de aviación, entonces ingresé a la Facultad, luego conseguí trabajo en una aseguradora y después entré en una promoción de curso de pilotaje de 25 cuotas de G. 1.500.000”, recordó. La mensualidad era picante, pero eso no fue un problema.

“Salía de mi trabajo en Caacupé a las 16:00 y debía estar en Asunción antes de las 18:00. Muchas veces no tenía plata para venir y mis compañeros me prestaban, después hacía cualquier trabajo extra para pagarles y gracias a ellos y a mi familia pude terminar el curso y ahora ya soy piloto”, comentó muy orgulloso.