Patrocinia Romero Olmedo (47) y su hija Noelia Giménez Romero (20) estaban desaparecidas desde el domingo 22 de agosto, pero recién el lunes 25 de octubre (más de dos meses después), fue denunciado el caso en la Subcomisaría Nº2, Zona Industrial, de Pedro Juan Caballero (Amambay).
Pablino Giménez Ledesma (53), esposo de la doña y padre de la joven, se presentó con su suegra, doña Sotera Olmedo viuda de Romero (68), a contar que ambas salieron de la casa, ubicada en el asentamiento Soberanía Nacional del barrio Defensores del Chaco de dicha ciudad.
Los hijos varones también fueron detenidos
Según la versión que dieron, ellas salieron como para viajar a Ciudad del Este (Alto Paraná), donde Noelia debía recibir un tratamiento psicológico en un templo llamado “Centro de Espíritu”, ya que supuestamente estaba endemoniada, desde hacía unos 15 días. Debían tardar solo 3 días, pero no regresaron.
El hombre mencionó que subieron en la camioneta de un amigo de su esposa, cuyo nombre no recordaba, según aseguró.
En el marco de la investigación de caso, la fiscala Reinalda Palacios consiguió una orden de allanamiento, firmada por el juez Álvaro Rojas, para allanar la vivienda, en busca de alguna evidencia o rastros que puedan servir para dar con el paradero de madre e hija.
El procedimiento fue apoyado por policías y apenas al entrar ya se percibió un olor nauseabundo que provenía de las piezas.
Hallaron los cuerpos sin vida de Patrocinia y Noelia; estaban con los brazos en cruz, en dos camas, separadas por una pared de madera terciada, y en avanzado estado de putrefacción.
Pablino admitió la autoría de los dos feminicidios y alegó que lo hizo “por mandato divino”, según informó la fiscala Palacios, quien dispuso la detención del hombre, así como de sus tres hijos varones, de 22, 17 y 15 años respectivamente.
Giménez dijo que cometió el primer crimen el sábado 21 de agosto y el otro al amanecer del domingo 22.
Sostuvo que fue una “orden de Jesús de Nazareth”, quien incluso le dijo que no cuente a nadie y por eso inventó la versión del viaje de su esposa e hija.
Aseguró que fue “un sacrificio para que se cumpla una obra de Dios; él las va a resucitar, en eso estamos, porque yo creo en Jesús”, recalcó en guaraní, ante periodistas locales.
Admitió que sus hijos sabían lo que pasó, pero que también callaron, “porque están revestidos de Dios, para no contar nada”.
Él se declaró evangélico, “soldado, seguidor de Cristo”, pero negó ser pastor.
No se pudieron determinar todavía las causas de ambas muertes, porque no se notan lesiones externas y los órganos internos ya están destruidos, debido al avanzado estado de descomposición, explicó a la prensa el médico forense César González Haiter, quien fue llamado para inspeccionar los cadáveres.
Reacción familiar
Ya sospechaban del marido
Familiares de Patrocinia ya sospechaban de que el marido había hecho algo malo, porque decía que ella viajó con su hija, pero no sabía dónde. “Nos mentía”, dijo Zacarías Romero, hermano de la señora fallecida.
Mencionó que Giménez es muy agresivo y no permitía que nadie entre a su casa, por lo que no se pudo notar que adentro estaban los cuerpos sin vida. Recordó que hace tres meses fue la última vez que habló con su hermana.