Ingá es una cotorra mimada de una familia del barrio San Lorenzo, de Capiatá.
Su verde plumaje y su actitud arisca y salvaje siempre cautivaron a su humana, Saloméh De Góes.
El lunes pasado, Ingá salió volando despavorida de un ave rapaz, que calculan podría haber sido un águila o algo parecido, porque nunca antes había huido de esa manera.
“Mi hermana le vio volar y se posó sobre unos cables. Le intentó llamar varias veces, pero ella tenía que irse a la facultad. Cuando volví de mi trabajo ya no estaba. Lloré muchísimo ya”, expresó a EXTRA.
Ingá vivía en libertad y solo entraba a su jaula para dormir o comer y, como Saloméh es ingeniera agrónoma, sabía muy bien toda la comida que debía darle al ave. Tampoco permitió que se le cortara nunca las alas. Siempre andaba vigilada por su familia.
Su historia
“Hace cinco años le rescatamos de un árbol de ingá, por eso se llama así. Era pequeñita y siempre anduvo libre”, contó la dueña.
Era más que un ave parlanchina, era parte de la familia.
“Sabe decir: ‘maleducada’, porque yo le solía llamar así, ‘te amo’, y también ‘Coco’, el nombre de su novio”, recordó con un nudo en la garganta la joven.
Coco e Ingá son inseparables. Coco también fue rescatado de un árbol del mismo nombre, cerca de la casa, hace 3 años.
“Él le busca mucho y ahora está muy apegado a mí, cosa que no era así antes de que Ingá se fuera”, explicó.
Agregó que “la extraña mucho. Leí información en Internet que los loros pueden sufrir de depresión por la ausencia de una pareja”, indicó Saloméh.
En un intento de distraer a Coco, Saloméh está pensando comprar algunos juguetes para que pueda entretenerse, mientras mantienen viva la esperanza de encontrar a Ingá.
“Le reconocería donde sea, porque tiene un color característico en su cabecita, por su plumaje. Ojalá haya posado en alguna casa de algún animalero, que no la lastimen”, indicó.
Si viste al ave, comunicate (0981) 232-495.