Buscaba a Dios, amaba a su esposa y decidió seguirla. Así fue como Ricardo Martínez Vázquez (50), llegó a la Iglesia Siglo XXI de Encarnación, denunciada por supuestamente explotar a sus fieles y exigirles dinero a cambio de “perdón” y “salvación”.
El pasado 19 de agosto, Martínez presentó una denuncia formal contra la misionera coreana Jum Suck Lee y el pastor uruguayo Eduardo Fabián Laguna, ambos actualmente en Uruguay. Con el paso de los días, consiguió además reunir a seis testigos que, según adelantó, también contarán su verdad.
El denunciante manifestó a EXTRA, que la congregación mantiene bajo control a más de 400 familias, aunque hasta ahora nadie más se animó a hablar. La causa está a cargo del Fiscal Ever Williams.
En 2019, Ricardo y su pareja Ruth (32) ingresaron a la iglesia. La madre de ella ya era parte de la congregación y la presión familiar los llevó a sumarse. “Yo no quería ir, pero fui por ella” relató.
Su relación terminó después de múltiples conflictos, entre ellos, el viaje de Ruth a Uruguay, donde trabajó durante más de un año sin recibir pago, según su versión.
Cuando Ricardo pisó por primera vez la iglesia, pensó que podría ayudar a las personas. Pero pronto descubrió otra realidad. Él es político y milita en la ANR. “Vi que la gente no tenía ni ropa. Después entendí por qué. La señora no paraba de pedir diezmo, que 5 mil dólares para su cumpleaños, que 5 mil dólares (casi 36 palos) por el cumpleaños del apóstol”, dijo.
Rapiñeros
Las exigencias eran directas y constantes. “Decían que si la gente no ofrendaba iba a morir. Lo que más me ofendía es que esta coreana decía: ‘Dios no es limosnero, Dios no es cuidacoches para que le den monedas, ustedes se van a arrepentir, van a morir’”.
Martínez afirmó que se pedía a los fieles vender casas, autos y electrodomésticos, incluso recurrir a préstamos, todo “para Dios”. Varias familias se habrían quedado en la quiebra. Incluso, Ricardo llegó a realizar transferencias por más de G. 350 millones.
Él, asegura que su exesposa supuestamente llegó a robarle electrodomésticos para empeñarlos y cubrir las ofrendas, objetos que él mismo tuvo que recuperar en casas de empeño. Hace 15 días, Ruth regresó al país, tras ser expulsada de la iglesia, y a pesar de todo prometió seguir enviando dinero a Uruguay.
Supuestamente vivían amenazados
El diezmo no solo era económico. Ricardo contó que los miembros eran obligados a trabajar para la congregación: vendían frutas de día y pan de noche. “Te amenazan, te meten en la cabeza, que te vas a ir al infierno y que el infierno es peor que la tierra, que te vas a quemar en la lava”. En una ocasión, según relató, la misionera dijo en plena prédica que había soñado con la muerte de tres personas, entre ellas “Ricardo de Paraguay”. “Eso es amenazar directamente”, señaló.
Práctica medieval
Ya pasó en Argentina.
No es la primera vez que esta “congregación” aparece bajo la lupa. Hace unos siete años, un medio argentino publicó denuncias de exmiembros que describieron prácticas similares: largas jornadas de trabajo, pedidos de dinero bajo amenazas de muerte y humillaciones. Según esos testimonios, las mujeres eran tratadas de “prostitutas” y “porquería” y “muertos de hambre”.