Don Erasmo Echeguren, un anciano indígena del pueblo Angaité, tuvo que recorrer unos 550 kilómetros desde la comunidad Urunde’y, La Patria, del distrito de Puerto Pinasco hasta Asunción, por la promesa de su pensión del Programa de Adultos Mayores, que se ha convertido en una odisea de viajes infructuosos y decepciones.
Por tercera vez, don Erasmo ha emprendido el arduo camino a la capital, convencido de que, esta vez sí, le darían su platita, pero pasó una humillación más. El señor vive en extrema pobreza, es ciego y con problemas de presión arterial.
El Ministerio de Desarrollo Social (MDS) había anunciado con bombos y platillos, el pasado 2 de julio en su página web, que la situación de don Erasmo estaba “resuelta”.
Se aseguraba que funcionarios del Programa de Adultos Mayores habían incluido a Erasmo Echeguren Romero, con cédula de identidad 9.346.882, como beneficiario, garantizando que percibiría su pensión en el mes de julio del corriente año.
Prestó dinero para viajar
Este anuncio, que encendió una esperanza en el anciano indígena, lo impulsó a pedir dinero prestado para costear el viaje a Asunción, un sacrificio que solo la desesperación puede justificar.
Con la ilusión de ver finalmente el fruto de su legítimo derecho, don Erasmo se acercó a la ventanilla del Banco Nacional de Fomento (BNF); sin embargo, la cruel realidad lo golpeó de nuevo: no había dinero.
A pesar de que la cuenta a su nombre existe, le informaron que recién el 22 de agosto habría disponibilidad de fondos.
La palabra “che kueraima” (estoy cansado) es la expresión de decepción que pronuncia don Erasmo al no poder acceder al beneficio que tanto anhela recibir, pero que le ha tenido en constantes idas y venidas desde su comunidad hasta Asunción.
“Vine de balde nuevamente. Me duele todo. Las autoridades no tienen en cuenta al indígena, se desentienden de nosotros”, expresa don Erasmo, con una tristeza que traspasa el alma.
Su voz, cargada de desilusión, refleja la fatiga de un hombre que ha visto su esfuerzo y su legítimo derecho una y otra vez pisoteados.
La historia de don Erasmo es un recordatorio de las brechas que aún persisten en el acceso a los derechos más básicos para las poblaciones indígenas en Paraguay, dejando en evidencia la ineficacia de los sistemas y la urgente necesidad de una verdadera empatía y acción por parte de las autoridades.
8.256 nuevos beneficiarios
En este mes de julio, abuelitos de 73 años fueron incluidos por fin en el programa de la Pensión Universal para Adultos Mayores, y 8.256 nuevos beneficiarios ya empezaron a cobrar su platita.
El monto que reciben equivale al 25% del salario mínimo, que desde este mes subió a G. 2.899.048, por lo tanto, cada nuevo jubilado del programa cobra G. 724.762 por mes.
Esta ayuda irá creciendo de a poco y alcanzará también a personas en situación de vulnerabilidad a partir de 65 años, a integrantes de comunidades indígenas desde los 55 años, y a personas con discapacidad severa desde los 60 años.