Dos veces por semana, los tigres del parque de Primorski, a unos 70 km de Vladivostok (extremo Oriente ruso), “comen animales vivos en cautividad”, dijo la administración en un comunicado. “El tigre bautizado Amur no quiso comerse a la cabra Timur porque esta se mostró muy valiente y no sabía que debía tener miedo de un tigre”, según el texto.
Buenos amigos
La cabra tomó al carnívoro “por su jefe y le sigue por todas partes”, pasando incluso varios días en el refugio de Amur sin que “ninguna agresión se haya constatado” por parte del tigre, agregaron las autoridades del zoo. El tigre camina siempre adelante durante los paseos que ambos dan a través del bosque y sobre la nieve; Timur lo sigue paso a paso, bajo la atenta mirada de los demás tigres que viven en otro lugar separado por vallas.
Cuando descansan, ambos se tumban en la nieve uno junto a otro y durante largo rato contemplan el paisaje. “Es una situación extraordinaria, increíble, fenomenal... ¡son amigos y son felices juntos!”, destacó Dimitri Mezentsev, el director del zoo.