Soy Ignacio. Tengo 40 años, me casé hace ya 15 años. Al principio yo era el sostén de la casa. Trabajo en una empresa, donde empecé desde abajo, solo con sueldo mínimo. Y cuando me casé con mi señora, solo yo era el que aportaba.
Como era así, mi señora se encargaba de la casa, los niños y sobre los gastos no me discutía mucho, si yo optaba por no malgastar en ciertas cosas, ella ya no insistía, justamente porque era yo solamente el que metía plata.
Luego de un tiempo yo subí como jefe de sucursal y ella un tiempito después ya consiguió trabajo. Ella es fonoaudióloga, terminó la carrera en medio de su rol como mamá y ama de casa porque antes había dejado la carrera a mitad de camino.
Logró entonces terminar, y luego primero agarró un turno de mañana en un centro, y luego ya empezó a hacer doble turno, e incluso sábados y turnos de noche dos veces a la semana.
Trabaja mucho y los niños se quedan con mi suegra mientras no estamos.
Lo que pasó es que cambió completamente desde que empezó a ganar plata.
Gana más
Ahora peor porque gana mucho más que yo. Entonces me saca en cara los gastos. Me dice que yo no le puedo reclamar algunos gastos que me parecen a mí al pedo, porque es su plata y ella es la que aporta más.
Pero lo peor es que hay una deuda que sacamos a mi nombre que está pagando ella, porque la verdad que yo pongo la mayor parte del súper y ella tiene otros gastos de la casa y me iba a costar pagar a mí.
Usa eso para decirme que yo le debo, que debo callarme nomás, a veces ya me dice que no me va a pagar más. Y la verdad que es una deuda que adquirí para gastos de la casa, algo que no es que yo disfruté solo.
Eran arreglos de la casa. Aclaro, nunca le saqué en cara nada, yo lo que tenía es que limitaba mucho los gastos y le decía que no a muchas cosas simplemente para cuidar nuestra economía.
A veces le reclamo gastos innecesarios o que son muy reiterativos. Eso se molesta muchísimo, pero a mí me parece nomás que es necesario usar la cabeza y ahorrar, ahora que sí podemos.
Ella está totalmente otra persona, es como que dice “yo trabajo y nadie manda por mí”. Me hace sentir muy mal, no le puedo ni si quiera reclamar ni nada de eso. Me hace de menos desde que gana más que yo.
Siento que me tiene como su rival y no como su compañero ¿Qué me aconseja?
La respuesta:
Entiendo que lo que estás viviendo refleja un conflicto profundo de pareja relacionado con el equilibrio de poder y el reconocimiento mutuo. Es comprensible que te sientas herido y desplazado: pasaste muchos años sosteniendo el hogar, tomando decisiones financieras para cuidar a tu familia, y ahora que la situación económica cambió, sentís que tu lugar y tu voz quedaron invalidados. Cuando la comunicación se vuelve competitiva y se usan los aportes económicos como arma, la relación deja de ser cooperación y se transforma en un campo de batalla. Es normal que te afecte emocionalmente que algo que hiciste en beneficio de la familia —como asumir una deuda para arreglos de la casa— hoy sea utilizado en tu contra.Lo importante ahora es salir de la lógica de “quién aporta más” o “quién manda” y trabajar para reconstruir el sentido de equipo. Sería muy sano poder tener una conversación en un momento tranquilo, sin acusaciones, expresando desde el sentimiento y no desde la crítica (“me siento desplazado cuando no puedo opinar sobre gastos”, en vez de “vos siempre gastás mal”). También sería útil proponer una planificación económica conjunta y, si ella está muy reactiva, considerar la ayuda de un terapeuta de pareja, porque detrás del dinero hay emociones: reconocimiento, valoración, respeto. Recordale que no son rivales, sino socios de vida. Recuperar el nosotros es clave antes de que el resentimiento siga creciendo.Entiendo que lo que estás viviendo refleja un conflicto profundo de pareja relacionado con el equilibrio de poder y el reconocimiento mutuo. Es comprensible que te sientas herido y desplazado: pasaste muchos años sosteniendo el hogar, tomando decisiones financieras para cuidar a tu familia, y ahora que la situación económica cambió, sentís que tu lugar y tu voz quedaron invalidados. Cuando la comunicación se vuelve competitiva y se usan los aportes económicos como arma, la relación deja de ser cooperación y se transforma en un campo de batalla. Es normal que te afecte emocionalmente que algo que hiciste en beneficio de la familia —como asumir una deuda para arreglos de la casa— hoy sea utilizado en tu contra.Lo importante ahora es salir de la lógica de “quién aporta más” o “quién manda” y trabajar para reconstruir el sentido de equipo. Sería muy sano poder tener una conversación en un momento tranquilo, sin acusaciones, expresando desde el sentimiento y no desde la crítica (“me siento desplazado cuando no puedo opinar sobre gastos”, en vez de “vos siempre gastás mal”). También sería útil proponer una planificación económica conjunta y, si ella está muy reactiva, considerar la ayuda de un terapeuta de pareja, porque detrás del dinero hay emociones: reconocimiento, valoración, respeto. Recordale que no son rivales, sino socios de vida. Recuperar el nosotros es clave antes de que el resentimiento siga creciendo.