Me llamo Marisol, tengo 34 años y ya no sé cómo seguir adelante con mi vida, ni con mi matrimonio. Mi corazón está cansado, roto, deshecho. Hace 8 meses perdimos a nuestro hijo Alan, que tenía apenas 5 años.
Murió luego de pelear con una valentía inmensa contra la leucemia durante 3 años. Fue un guerrero. Un ángel. Una luz que iluminaba cada rincón de nuestra casa, incluso estando enfermo.
Durante esos años vivimos en un modo de supervivencia: turnos en el hospital, quimioterapias, noches sin dormir, miedo, esperanzas, recaídas. Lo hicimos todo juntos, y nos apoyamos el uno al otro. Yo sentía que la enfermedad nos había unido aún más, que peleábamos codo a codo como una sola alma.
Pero desde que Alan se fue, siento que mi marido y yo nos perdimos.No es que no lo ame, claro que lo amo. Pero ya no nos miramos igual. Ya no hay abrazos largos ni palabras dulces. A veces no hay ni palabras.
Burbujas
Cada uno se encierra en su propio dolor como si estuviéramos atrapados en burbujas diferentes. Él se refugia en el trabajo, llega tarde, come en silencio, se duerme con la tele encendida. Yo paso las horas entre la cama y el sofá, a veces con la foto de Alan entre las manos, otras veces simplemente vacía, sin saber ni en qué día estoy.
Siento que ninguno de los dos está para sostener al otro. Ya no hablamos de Alan. Es como si decir su nombre doliera demasiado. Pero callarlo también duele.
Intenté hablarle, decirle que lo extraño, que lo necesito, que me siento sola, pero él solo baja la cabeza y dice que también está sufriendo.
Fantasmas
Y ahí quedamos, dos personas rotas, viviendo bajo el mismo techo como dos desconocidos. Hay días en los que me pregunto si todavía somos una pareja.
Me da miedo pensar en separarnos, pero también me da miedo seguir así, apagándonos de a poco, dejando que el duelo se trague todo lo que fuimos.
No lo culpo, yo también estoy perdida. Pero lo extraño, extraño al hombre que me hacía reír en medio del hospital, que me abrazaba cuando no podíamos más.
Extraño sentir que éramos un equipo. Hoy solo siento distancia, silencio, vacío ¿Será posible recuperar este matrimonio? ¿Cómo podemos sanar tanto dolor?
La respuesta: