Vanessa Lezcano (33), es una guerrera que superó el COVID-19, ella estaba embarazada de 7 meses de mellizas cuando se contagió del virus.
Los primeros días solo presentaba síntomas leves, luego fue agravándose, por lo que le tuvieron que practicar una cesárea para salvar la vida de sus bebés y de ella. Tenía 30 semanas de gestación.
El 22 de marzo ella ya no podía respirar, por lo que acudió a un sanatorio privado, pero le pidieron G. 15.000.000 solo para ingresar, como no tenían esa cantidad, fueron al Materno Infantil San Pablo donde quedó internada.
Al día siguiente, los médicos notaron que el oxígeno no llegaba a las criaturas y tuvieron que sacarlas.
“Comencé a rezar”
“Cuando me llevaron a la sala de parto, no sabía lo que pasaba solo comencé a rezar y le pedí al médico que cuando nazcan me muestre a mis bebés, pero me dijo que no se va a poder. Recé tanto que Dios se me presentó en el parto a través de un doctor que nunca más vi entre tantos y jamás me soltó la mano hasta que escuché el llanto de mi bebé y después de la otra, luego ya no me acordé de nada”, contó a EXTRA Vanessa.
Tras el parto, ingresó a terapia, al igual que las mellis, debido a que eran muy chiquitas. Ella estuvo 12 días, de los cuales 8 pasó intubada. “Cuando desperté, pensé que solo un día me dormí y me asusté al ver que tenía todo cables por mí. Lo primero que pregunté fue por mis hijas”, contó.
Ella salió de alta el 9 de abril y a pesar de curarse del COVID-19, no podía ver a sus hijas, que seguían en las incubadoras porque no tenían el peso adecuado. “Recién después de 18 días de haber nacido, pude ver sus caritas, aunque sea desde lejos”, recordó. El 23 de abril fueron dadas de alta las dos criaturas y ahora ya están en su casa.
Habló con Dios
Vanessa recuerda que mientras estaba en terapia sintió la presencia de Dios. “Me fui con él (Dios) y volví, le pedí una oportunidad más y me la dio para estar con mi familia; hasta al abuelo de mi esposo le llegué a ver todo de blanco y me dijo que todo estaría bien, que estaría de nuevo con mi familia y así fue, porque Dios lo quiso, aquí estoy”, dijo emocionada
Según relató, Dios le encargó una misión que es predicar su palabra y ayudar a los que más necesitan. “La gente capaz no crea, pero así pasó, pedí una oportunidad para ver crecer a mis hijas y seguir al lado de mi marido y Dios me lo concedió, para mí es un milagro que esté acá”, dijo emocionada celebrando ayer el día de la Sagrada Familia.
La mamá primeriza pudo ver a sus mellizas recién después de 18 días, y solo desde lejos porque seguían en la incubadora para ganar el peso adecuado. Un mes después salieron de alta.
Ella es abogada, su marido notario, trabajan de manera independiente y quedaron con muchas cuentas, las bebas toman leche especial, ella aún no puede dar de mamar porque sigue medicada. Las personas que desean darles una manito, pueden contactar al (0981) 448 565.