18 may. 2024

Pasacalles contra “amantes": Vecinas, amigas, empleadas y compas son las más escrachadas

Pasacalles contra amantes se convirtió en un negoción para letristas. Doñas casadas y mayores exponen a full a las “robamaridos”, dicen.

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Las esposas buscan que el mensaje les llegue a ellas y que se viralice para que tengan vergüenza.

Gentileza

Primero llaman o escriben para preguntar por el precio, y luego de entrar en confianza demuestran sus verdaderas intenciones: escrachar a las amantes del esposo, con pasacalles.

José Garay, un letrista luqueño, contó a EXTRA que las doñas mayores y casadas son las que contratan a full sus servicios para este tipo de “eventos” que deja en evidencia a la tercera en discordia y no precisamente al “Cabezudo”.

“Normalmente (las doñas) te dan la vuelta para empezar, algunas veces te llaman de un número privado o cuando te mensajean te dicen ‘hola, quiero tu pasacalles, pero no sé si ustedes van a hacer cómo quiero’ y ahí ya me doy cuenta de que qué tipo de pasacalles quiere (risas)”, comentó.

José contó que el precio no varía: cobra G. 70.000 por cada cartel de 5 metros, sin importar si es o no publicitario. Sin embargo, la ganancia está en la colocación. Además, el cobro es por adelantado.

“Depende mucho de la distancia”, apuntó.

Si se coloca en la zona, le sale a uno G. 350.000, G. 450.000, y entre G. 500.000 a G. 600.000 o más (aparte) en ciudades aledañas.

“Es un poquito más caro porque mayormente se colocan de madrugada, es más complicado, más riesgoso e implica movilidad en moto o auto si hay que trasladar una escalera”, manifestó.

Frente al laburo

Generalmente se dejan los carteles frente al trabajo mismo de la “otra” para que la venganza sea más dulce y la señorita pase la vergüenza de su vida. También mandan instalar en la cuadra del barrio donde vive la extra.

La mayoría (amantes) son del círculo cercano al matrimonio: la vecina, la amiga o la compañera de trabajo y las empleadas, según dijo.

“Para la media mañana ya desaparece (el pasacalles). Sacan los vecinos o terceras personas; el impacto en sí no es que el pasacalles esté ahí una semana, sino para las redes sociales, ahí es donde hace su efecto cuando se viraliza”, apuntó José.

Ellos se salvan de chiripa

Al marido se le mantiene en el anonimato, he’i.

“Dejale a mi marido, fulanita robamarido, ¡cuidado! robamarido”, y otras palabras muy denigrantes son algunas de las frases que las doñas piden agregar en los cartes.

José manifestó que muchas piden que el nombre y apellido de la extra siempre esté en primera plana.

También piden colocar sus números de teléfonos y las direcciones de sus casas.

Sin embargo, lo que más llama la atención es que nunca, pero nunca piden que se sepa la identidad del esposo.

“Yo cobro, hago, coloco el cartel y de lo que pasa después ya no sé porque ahí termina mi trabajo”, agregó.

Las clientas no son para nada sogüetas

Mario Insfran, de Asunción, también se dedica a realizar pasacalles. Su precio normal es de G. 20.000 el metro, pero si el trabajo está relacionado a “problemas amorosos”, cobra G. G. 150.000”, apuntó.

Para evitar la fatiga, dijo que solamente hace entregas o la gente pasa a retirar. Ahí ve que las clientas son personas con buena pinta de platudas. “La mayoría hace, las esposas a las amantes. Es muy raro, eso me llama la atención porque se le escracha a la amante y es el hombre el que se porta mal”, he’i.

Los hombres también piden

Aunque no es muy frecuente, los hombres también escrachan con pasacalles, pero a sus exdoñas.

José Garay dijo a EXTRA que muchos piden, pero dicen que es para una “amiga”. En estos casos, no solicitan colocación.