Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé, llamó a los feligreses a vivir en paz y lamentó la extrema violencia que incluso se produce en la propia familia y ni qué decir, en la calle.
Durante la misa dominical, el pa’i cuestionó la poca paciencia, el enojo y la rabia de la mayoría de las personas en el día a día.
“Vemos discordia. Hay indignación, ira y gritos en las familias por cosas materiales. También se puede observar que la gente murmura y vive sembrando cizaña contra su prójimo”, dijo Valenzuela.
Monseñor indicó que “el cristiano no puede ser hipócrita, parece que es fácil. Pero esto es vivir con coherencia, entre los que pienso y lo que digo, y eso mismo hago”. Agregó que solo hay dos caminos, renunciar al mal: decir “no” a las tentaciones, al pecado y al demonio.
El obispo recordó un caso ocurrido hace dos años en Alto Paraná, donde un hijo de 32 años y su padre, comenzaron a discutir por una propiedad.
“Luego aquello se acaloró, hasta que después de media hora, volvió el hijo con una escopeta y disparó. Entonces el padre también se fue y buscó en el ropero un arma y también disparó. Ambos murieron. Es decir que hay familias divididas por causa de la ira y las pretensiones”, expresó.
Ira en las calles
Recordó también los episodios de ira y enojo que suelen registrarse en el tránsito y dio pie a reflexionar sobre lo que dice la Biblia en Proverbios 15. “La respuesta leve, suave, desvía el furor, pero la palabra dura, aumenta la ira”.
En cambio, cuando se usan palabras duras y groseras, esto puede empeorar la situación. “Estos vicios perturban el gozo del Espíritu Santo y conducen a reniegos o maldiciones contra Dios y contra los demás y así se termina en muchas tragedias en las calles”, resaltó el obispo.
Llamó también a ser verdaderos cristianos. “Muchas personas dicen que no hacen el mal, pero tampoco hacen el bien y su vida corre en la indiferencia, la apatía y la tibieza… Es bueno no hacer el mal, pero es malo no hacer el bien”, he’i el pa’i.