“Está afectado aún, tiene pesadillas, no quiere quedarse ni un segundo solo, volvió a usar pañal, se hizo un bebé otra vez”, lamentó don Ricardo Riquelme, padre del pequeño Lucas que fue baleado por policías.
El padre indicó que la psiquiatra diagnosticó estrés postraumático y que su mejoría no tiene fecha. “No nos pueden decir si habrá consecuencias y esas cosas, no sabemos si se volverá violento, por decir así. Su fisioterapia tiene que empezar, gracias a Dios, muchos profesionales se contactaron con mi esposa para ayudar”, dijo a EXTRA.
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Tanto como él y su esposa, Sol, se quedaron sin trabajo, por lo que hicieron una pollada el domingo último. “El lunes le envié la foto de la adhesión al señor presidente, no me hizo caso. Cuando se anunció la actividad en redes y en la prensa, me mandó llamar. El viernes me fui y me entregaron un sobre con G. 500 mil, no acepté”, explicó el hombre. “La vida de mi hijo no tiene precio, pero con ese monto no podía ni cubrir los pollos que se compró”, lamentó.
Indicó que desde el tiroteo, “nada más acercaron obsequios”. “Yo les dije que se hagan cargo de los gastos de Luquitas, hasta ahora nada”, acusó.
Ayer, acercó las presas de pollos que sobró de la actividad a la familia afectada por la masacre en Capiatá. “Otra vez policías son protagonistas de actos violentos”, dijo.
Para ayuda, 0982) 893-200 de Sol Charotti, madre del niño baleado, o al (0986) 753-979 con Ricardo.
El comisario Higinio Núñez, director administrativo de la Policía, indicó que no tienen instrucciones ni ley que ampare que la institución esté “reparando daños que hace cada uniformado individualmente”.
“No somos una entidad de beneficencia, pero tampoco tenemos presupuesto. Hay cientos de policías que están presos porque procedieron mal, ellos deben responder por sus actos”, expresó a EXTRA.
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