En medio del terror desatado por una balacera en una cancha de pikivóley en Lambaré, una promesa del fútbol agonizaba.
Una vez que los sicarios subieron a sus motos y huyeron, el padre pudo auxilarlo.
El joven lo miró, suspiró profundamente y poco después murió.
La policía maneja la presunción de que los matones que asesinaron a tiros a un adolescente de 16 años e hirieron a una mujer el martes por la noche en una cancha de pikivóley eran soldados del grupo criminal PCC.
Los agresores supuestamente buscaban a Luis Amadeus Medina, alias “Toto”, de 33 años, quien estaría vinculado al Clan Rotela.
BALACERA
El incidente ocurrió a las 23:00 del martes en la Plaza Villa Angélica (Pantanal), en el barrio San Isidro de Lambaré. “Mi hijo, Cristhofer Samuel, murió en mis brazos”, relató Christian Osvaldo Vargas a NPY.
Visiblemente afectado, describió a su hijo como un gran deportista, ya que, con solo 16 años, formaba parte de la categoría Sub-19 del Club 29 de Septiembre de la liga lambareña. Indicó que Cristhofer era su único hijo, aunque tenía otros cinco hermanos por parte de madre.
Contó que horas antes compraron una gaseosa y empanadas, y fueron juntos a la cancha a jugar piki. “Mi hijo era un joven respetuoso, cien por ciento dedicado al estudio, no salía de casa”, afirmó.
Como parte de su rutina, solían ir a la cancha a jugar o mirar los partidos. Sin embargo, en medio de un partido, llegaron seis extraños en motos y comenzaron a disparar directamente contra las personas que estaban al costado de la cancha. “Mi hijo corrió, pero le acertaron en la cabeza y cayó”, relató el hombre.
Intentó auxiliarlo y lo trasladó en una camioneta al hospital, pero falleció en sus brazos.
Con dolor, Christian Vargas hizo un llamado a las autoridades para que los policías realicen bien su trabajo y se haga justicia por su hijo.
“Si digo que voy a hacer justicia con mis propias manos, al final me va a ir mal”, reflexionó. De manera conmovedora, reveló que su hijo tenía planeado exponer ayer en la escuela junto a sus compañeros. Daniela Carolina S., de 36 años, relató que estaba en su casa cuando escuchó los disparos en la cancha. Desesperada, salió corriendo a la calle para buscar a su hija, no se dio cuenta que una bala la hirió en la pierna.