Lo que pasó con don Reinerio Santacruz, de 83 años, no le cayó nada bien a Marly Figueredo, quien salió a expresar su solidaridad con el exintendente de Presidente Franco, luego de que no le dejaran entrar a la inauguración del Puente de la Integración, obra que él mismo empujó durante años.
Santacruz no es un desconocido en Franco. Fue intendente, por la ANR, es ciudadano ilustre y es señalado como uno de los que puso el pecho para que el segundo puente con Brasil sea hoy una realidad. Sin embargo, el sábado, cuando quiso participar del acto oficial, se encontró con la puerta cerrada.
“Vine invitado por el intendente Roque Godoy y a esta edad, 83 años, me encuentro con esta bofetada”, lanzó don Reinerio en un video, visiblemente dolido por lo ocurrido.
Marly Figueredo no se quedó callada y salió a bancar a su correligionario. “Me solidarizo con el señor Reinerio Santacruz de Presidente Franco”, dijo, cuestionando que el principal gestor del puente haya quedado mirando desde afuera.
Según contó Santacruz, la invitación le llegó por WhatsApp del propio intendente de Presidente Franco, Roque Godoy por lo que ni dudó en ir. “Si no tenía invitación, yo no venía. Tengo esa delicadeza”, explicó.
Pero al llegar al primer control, la cosa cambió. La guardia revisó la lista oficial y su nombre no aparecía. Resultado: no pudo pasar. “Llegué hasta donde estaba la guardia presidencial, buscaron mi nombre y no estaba. Así nomás ya fue”, relató a radio 1020 AM.
Sin embargo, después del escándalo, le llamaron, pero ya se había pichado. “No sé el motivo. No me tuvieron en cuenta. Después me llamaron, pero ya che pochyma. Sentí mucho en mi corazón, en mi espíritu”, expresó Santacruz, agregó, todavía afectado por el momento.
Don Reinerio recordó que el puente no cayó del cielo. Dijo que hace más de 30 años viene empujando la idea, hablando con autoridades paraguayas y brasileñas para que la obra se concrete. “Esto se hizo pensando en la gente humilde, para que el pueblo viva mejor”, señaló.
Incluso contó que hay una placa con su nombre cerca del puente, como reconocimiento a su gestión. “Y ahora resulta que el que gestionó no tiene ni permiso para entrar”, lamentó.
Don Reinerio cerró con una frase que resume su enojo: “Yo no voy a arrodillarme ante nadie”.