19 abr. 2024

Madre de chico abusado por cura recurre al Papa

La señora pide justicia y se lamenta: “Una vaca cuesta más que la dignidad de mi hijo”, afirmó.

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El padre Félix Miranda Gamarra logró evitar la cárcel (Foto de su cuenta en Facebook).

Una extensa carta abierta al papa Francisco publicó la madre del menor de edad abusado por el sacerdote Félix Miranda Gamarra, quien fue condenado a 2 años de prisión, con suspensión de la pena, y deberá pagar una multa de G. 5.000.000.

El caso está generando el repudio de mucha gente, por la ínfima sanción que le dieron al autor del hecho.

La señora se lamentó porque “una vaca cuesta más que la dignidad de mi hijo”; pide ayuda al Pontífice “y que se haga justicia”.

Aseguró que fue el obispado de Encarnación, encabezado por monseñor Francisco Javier Pistilli, el que promovió la denuncia contra el pa’i, quien había logrado alejar a su hijo de ella. Todo comenzó en el 2015, cuando el chico tenía 13 años.

La madre resaltó que ella no promovió ninguna acción en contra del depravado, pero igual sufrió “un calvario"; dijo que la sociedad se le fue encima y que su hijo “sufría bullying en cualquier lugar donde iba”.

Primero detalló por qué había recurrido al cura Miranda, cura párroco “de la Iglesia San José Obrero del distrito de Edelira kilómetro 21, un pequeño pueblo ubicado al sureste de Paraguay, a unos 100 kilómetros de la ciudad de Encarnación, departamento de Itapúa”.

“Le pedí que me ayudara a llevarle por el buen camino a mi pequeño, que sea su orientador”, señaló, antes de apuntar: “Jamás pensé que era el inicio de mis peores días como mamá”.

Luego, contó que “el cura, en pocas semanas, le compró celular, ropas nuevas, le llevaba en los mejores restaurantes, las mejores comidas y le regaló una guitarra. Yo entré en alerta. Las cosas ya no me gustaban, porque no era eso lo que le había pedido al religioso”, sostuvo.

Fue la misma víctima, quien denunció al sacerdote abusador, asegura la madre. Aprovechó una visita del obispo al colegio donde él estudiaba, para contar lo que le sucedió y de inmediato le dijeron que se iba a activar “el protocolo de la iglesia para una investigación y así lo hicieron”.

En la última parte de la carta, la madre se refiere al juicio oral y a la condena que le dieron al cura abusador.

“Le robo la inocencia, la dignidad, le robó todo a mi hijo, ¿y el precio es 5 millones de guaraníes? ¡Como duele la injusticia! Se lo encontró culpable y debe pagar con la cárcel el responsable”, apuntó.

Este es el texto completo de la carta:

Carta abierta al Papa Francisco

Soy una madre soltera con dos hijos, a quienes busco educar y guiarles por el buen camino. Una mujer sufrida que busca salir adelante honradamente. La vida me ha dado muchos golpes, pero como mujer paraguaya he salido de todas. Pero, el peor golpe, he recibido hace más de dos años. Desde aquel día, mi familia no vive en paz, nos robaron.

Mi hijo acababa de cumplir 13 años, era el año 2015. Empecé a tener conflictos con mi pequeño porque empezaba a ser hombrecito y quería tener algunos lujos para salir. Yo no le podía dar, no me sobraba para darle sus gustos a mi hijo. No sabía qué hacer y la situación se volvió incontrolable para mí.

La única esperanza que tenía en ese momento, era la Iglesia. Un día me animé y llegué junto al cura párroco, Félix Miranda Gamarra, de la Iglesia San José Obrero del distrito de Edelira kilómetro 21, un pequeño pueblo ubicado al sureste de Paraguay, a unos 100 kilómetros de la Ciudad de Encarnación, departamento de Itapúa.

La atención que me dio el sacerdote, era la luz de esperanza que buscaba. Le tomé confianza y conté todos mis problemas, mis debilidades y la de mi hijo. Le pedí que me ayudara a llevarle por el buen camino a mi pequeño, que sea su orientador. Al día siguiente, mi varoncito llegó del colegio y me dijo “mamá, estoy muy feliz, el padre Félix me compró una gaseosa en la olimpiada y es muy amable conmigo”.

Pasaron los días y he notado un gran cambio en mi hijo. Dio resultado el apoyo de la Iglesia y agradecí a mi Dios todopoderoso y la Virgen de Caacupe, porque escucharon mi súplica. Jamás pensé que era el inicio de mis peores días como mamá.

El cura, en pocas semanas le compró celular, ropas nuevas, le llevaba en los mejores restaurantes, las mejores comidas y le regalo una guitarra. Yo entre en alerta. Las cosas ya no me gustaban, porque no era eso lo que le había pedido al religioso.

Empezamos a tener problemas con el sacerdote Félix Miranda, porque yo ya no le daba permiso a mi hijo para ir a la casa parroquial. Como respuesta, Miranda manipuló a mi hijo y le puso en mi contra. Le decía que su madre no quería que el progresara en la vida, que no le iba a dar los lujos que él le daba. Le dijo que le llevaría a estudiar a Asunción en las mejores universidades.

Cuando mi hijo iba a cumplir sus 14 años, en la casa parroquial había todo un preparativo, asado, bebidas y todos sus amigos eran invitados. Todo lo preparó el cura. Mi hijo ya no salía de la casa parroquial. Y yo sentía que le estaba perdiendo a mi hijo y no sabía qué hacer.

Desesperada fui a pedir auxilio al Obispo Francisco Javier Pistilli de la Diócesis de Encarnación, le pedí que me ayudara a recuperar a mi hijo y que se aleje del sacerdote Félix Miranda.

Un día menos pensado, en el año 2016, la conducta de mi hijo cambio y dejó de ir a la casa parroquial. Se encerraba en su pieza y no me hablaba. No sabía lo que le pasaba. En una oportunidad llegó del colegio muy nervioso, se sentó en la cama y se dispuso para irse nuevamente al colegio, entonces le pregunte para que iría otra vez porque acababa de llegar, “tengo que hablar con el Obispo y está llegando en el colegio”, dijo y se fue. Días después, me llamaron de la institución y me presente sin tener la más mínima idea de lo que iba a pasar.

Ese día me entere que mi hijo confesó llorando y con mucha vergüenza ante la directora del colegio hermana Aureline Morel que fue abusado por el cura y ella le pidió que le cuente al Obispo y así lo hizo. También llegaron el sacerdote Nelson Acosta y la psicóloga hermana Mónica a quienes también les confesó que fue abusado por el sacerdote en la casa parroquial. Mi hijo me confirmó frente a las autoridades que estaban en ese momento y consta en acta. Luego, Monseñor Pistilli me dijo que se iba a activar el protocolo de la iglesia para una investigación y así lo hicieron. Con mi hijo recibimos contención psicológica de la Iglesia y luego del Ministerio Publico, cuando el sacerdote Nelson Acosta, vicario judicial del Arzobispado de Asunción presentó la denuncia.

Esos días ya ni quiero recordar, vivíamos un calvario, pasamos hambre con mis hijos, porque ya no podía trabajar. La sociedad se me vino encima, pero yo solo quería recuperar a mi hijo. Mi pequeño sufría bullying en cualquier lugar donde iba, incluso en el colegio religioso donde estudiaba y se vio obligado a abandonar. Estaba a pocas cuadras de mi casa.

Cuando la denuncia se elevó a juicio oral, seguía sola, algunas pocas personas me daban su apoyo. Éramos los malos de la comunidad porque denuncie a un sacerdote, yo no denuncie nada, yo solo quería recuperar a mi hijo. La Iglesia se encargó de todo.

El pasado 2 de agosto, en el Tribunal de Encarnación, luego de 2 años, empezó el juicio oral y público, y llegó a su etapa final el lunes 20 de agosto. Al día siguiente, se dio lectura a la sentencia del Tribunal que presidia el Dr. Blas Zorrilla. Hallaron culpable a Félix Miranda y lo condenaron a 2 años de prisión con suspensión de la pena, solo debe pagar la suma de 5 millones de guaraníes y queda libre. El Ministerio Publico solicitó 5 años de cárcel.

Le robo la inocencia, la dignidad, le robó todo a mi hijo, ¿y el precio es 5 millones de guaraníes? ¡Como duele la injusticia! Se lo encontró culpable y debe pagar con la cárcel el responsable. Una vaca cuesta más que la dignidad de mi hijo.

Querido Papa Francisco, por tu autenticidad, por tu corazón de buen pastor que quiere unir y no dividir, le pido que me ayudes y que se haga justicia.

Con mi mayor afecto y orando por vos.