06 nov. 2025

La cebolla que hace llorar, pero no decaer: Don Rudy y la realidad de los granjeros

Los acopiadores solo quieren pagar G. 35.000 por bolsa, un precio muy bajo.

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Con su moto y un carrito, don Rody Amarilla recorre casa por casa para salvar su cosecha de cebolla

Vanessa Rodríguez

Sobre su moto, estirando un carrito cargado de verduras frescas, don Rody Amarilla arranca el día en la Colonia Uruguay, de San Ignacio, Misiones. En la imagen se lo ve acompañado de otros trabajadores del campo, bajo el sol de la mañana, mientras preparan la producción lista para recorrer casa por casa. La escena refleja el esfuerzo de quienes viven del cultivo y hoy enfrentan precios que no cubren ni los costos.

Amarilla contó que tuvo que dejar por momentos el trabajo en la chacra para salir a vender directamente. Según informó la corresponsal Vanessa Rodríguez, la baja abrupta del precio de la cebolla lo obligó a buscar otra salida para no perder su inversión. Su objetivo es recuperar al menos una parte del dinero que gastó en semillas, productos y mano de obra durante meses de cultivo.

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“Lo que hay en abundancia es cebolla de contrabando, con descaro exhiben con etiqueta y todo sin problema. No entiendo por qué bajan los precios para el productor, si hay poco producto nacional”, señaló Amarilla.

Comentó que mientras en los negocios una bolsa de 18 kilos se ofrece a unos G. 70.000, los acopiadores apenas pagan G. 35.000.

Esa diferencia, dijo, hace imposible sostener el trabajo, porque los costos son altos y la ganancia mínima. Por eso, con su motocarro adaptado, recorre distintos puntos ofreciendo cebollas, lechugas y otros productos de su huerta, tratando de abaratar gastos y vender directamente al consumidor.

Su cosecha alcanzó unas 3.000 bolsas, fruto de cuatro meses de trabajo intenso. Explicó que este año muchos agricultores enfrentaron enfermedades en los cultivos, especialmente en zonas como Paraguarí, lo que redujo la producción nacional. Aun así, los precios bajaron de forma injustificada.

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“La gente ya no quiere trabajar en la chacra, no porque sea haragana, sino porque no le resulta”, expresó, al señalar que el esfuerzo no siempre se traduce en ingresos. Según dijo, cuando hay mucha oferta los precios caen, y cuando escasea el producto, recién vuelve a subir. “Así el productor nunca ve el resultado que merece”, lamentó.

Pese a todo, don Rody no se rinde. Cada mañana enciende su moto, acomoda su carga y sale a vender lo que la tierra le da. Con la esperanza puesta en su trabajo, busca defender su producción y demostrar que, aun sin apoyo, él sigue firme y no se da por vencido.