Aparentemente muy desesperado, con lágrimas en los ojos, se acercó en la mañana del lunes Raúl Casco Marín (20), un joven cobrador de una empresa de recolección de basuras, a la Comisaría 20 de J. Augusto Saldívar para denunciar que unos ladrones le despojaron de toda la recaudación del día.
A su vez, avisó a sus jefes que estaba muy shockeado y que hasta recordaba muy poco sobre los supuestos malevos que le despojaron el dinero. Afirmó a los policías que lo encañonaron con un arma de fuego y, pese a resistirse, le quitaron la plata.
Para su mala suerte, el sitio donde dijo que fue asaltado estaba repleto de cámaras de circuito cerrado. Los uniformados revisaron las grabaciones y no encontraron nada. El muchacho cayó en contradicciones y los polis lo detuvieron por inventar el robo.
Tras la presión de los agentes, el joven confesó que inventó el asalto porque no sabía qué hacer, debido a que gastó G. 800.000 del dinero de su trabajo en una fiesta de Villeta y que guardó el resto en casa de su mamá para otras actividades.
El empleado infiel fue despedido y podría ser imputado por hurto por el Ministerio Público.