“Una madre no se cansa de esperar”, es la canción que sonaba mientras María Gloria Barrientos, lloraba de emoción.
De rodillas y acompañada de sus familiares, doctores y colegas enfermeros, agradeció a Dios por una nueva oportunidad.
De ser enfermera del Hospital Nacional de Itauguá, María Gloria pasó a ser paciente oncológica. Allí libró una de las batallas más significativas de su vida. Su fe, sus ganas de vivir y su fortaleza como mamá la encaminaron por buen puerto.
El lunes fue su último día de quimioterapia, y lo celebró cantándole a la Vírgen María.
En el Hospital Nacional de Itauguá le rindieron un sentido homenaje a la licenciada, quien dejó la bata médica para combatir contra el cáncer.
“Este no es únicamente un éxito individual, sino un triunfo compartido por todas aquellas personas audaces que luchan cotidianamente en su búsqueda de la cura. A María Gloria y a todas esas incansables guerreras, les recordamos que cada tratamiento representa un avance hacia la esperanza, la vida y el porvenir. Sigamos luchando, con amor, confianza y determinación. ¡El futuro pertenece a nosotros y está lleno de oportunidades”, reza parte la publicación.
Luego de su alta, María Gloria Barrientos volvió al trabajo para servir a los pacientes internados, allí donde fue recibida con aplausos y abrazos.