Todas las madrugadas, ña Lorenza Escobar y su nuera Evelda Palacios afilan sus grandes cuchillos y limpian el resto de sangre de las mesas.
A las 04:30 llegan los primeros carriteros y las señoras empiezan a movilizarse. Desde hace 30 años, ellas venden las “churas” más frescas de Calle’i, San Lorenzo.
Evelda señaló que con la pandemia no hay menudencia que sobre. Todo se vende en un ratito. Gente pobre y de mucha plata también viene a comprar de nosotros. Se forma fila y nosotras estamos a las corridas”, dijo. El clima ayuda bastante a las ventas, porque es cuando más se comen caldos. “Cuando me piden un poquito de todo es para caldo ava, sobre todo cuando llueve o hace frío”, expresó Palacios.
Sin embargo, hace unos cuantos meses que las señoras reciben muchos pedidos de pata y mondongo especialmente. “Había sido que se está llevando mucho para los recuperados del COVID y para protegerse también porque levanta las defensas”, dijo la vendedora.
Agradecidas
A pesar de que la menudencia escasea en todo el país, porque ahora hasta se exporta, las señoras no alzaron sus precios. “No está bien aprovecharse de la gente”, dijo la trabajadora. Frente al matadero municipal de San Lorenzo, podés encontrar chinchulín y tripa gorda desde G. 3.000 el kilo cuajo, pata y librillo desde G. 7.000, mondongo a G. 10.000. Con poca plata, comen muchos.