Doña Loli Martínez (75) notó que algo extraño pasaba cuando escuchó que su perro no dejaba de ladrar durante la madrugada.
Salió varias veces al patio de su casa en Carapeguá, pero la oscuridad le impedía ver con claridad porque el alumbrado público estaba descompuesto.
Como su perro seguía ladrando muy bravo, su esposo decidió salir nuevamente y alcanzó a ver a una persona corriendo en la oscuridad. El perro la siguió hasta la casa de su sobrino, Hugo G.
Cuando salieron a revisar el frente de la vivienda, se llevaron una sorpresa: había una latona con una gallina muerta, cintas rojas y flores blancas y rosadas. Ante la situación, doña Loli no dudó en señalar a su sobrino como el culpable y de inmediato llamó al periodista Reinaldo Gayoso, quien se encargó de publicar el caso.
“Eran cosas de mi difunta hermana, hasta el balde era del gallinero de ella”, contó a EXTRA la doña indignada.
Tiró agua bendita
Pese al susto, doña Loli aseguró que no tuvo miedo. “Le eché agua bendita al payé. Soy muy católica”, afirmó, aunque reconoció que la situación “le quebranta el alma”.
Contó que los problemas con él empezaron después de la muerte de su hermana, cuando surgieron discusiones familiares. Dijo que desde entonces el hombre se volvió “raro”.
“Se viste todo de negro, anda con un macumbero y hasta puso un palo con una tela roja como bandera en su patio”, señaló.
La mujer comentó que ya lo denunció varias veces, porque el sobrino pone música fuerte de noche y no los deja dormir, algo que la preocupa por la salud cardíaca de su esposo.
“Antes era evangélico, después empezó a ser ñaña. No podés esperar nada bueno de alguien que tiene cara de mykure”, tiró.
Cansada de la situación, doña Loli volvió a denunciar el hecho en la Subcomisaría Calixtro y dijo que está pensando en mudarse para poder vivir en paz.