25 abr. 2024

Joven de 17 años fue abusada 3 veces y murió tras pedir eutanasia

La muchacha llegó a escribir un libro sobre su traumática historia de vida.

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En su instagram la chica dejó un mensaje donde se despedía, un día antes de su muerte.

La historia de Noa Pothoven recorrió el mundo entero y sin duda alguna, a más de uno dejó boquiabierta y con la piel erizada. Sus últimos seis años en este mundo fueron espantosos, y eso que solo vivió 17 años.

Hasta los once años, la niña residente en Arnhem, al este de Holanda era una chica súper aplicada, inteligente y alegre. Sus notas eran excelentes. Pero abruptamente su vida cambió en el 2013, cuando a esa edad fue víctima de abuso sexual.

El hecho ocurrió durante una fiesta escolar y, un año después, nuevamente fue víctima de violación, esta vez en una farra de adolescentes. Los hechos traumáticos en su vida parecían haber terminado, hasta que en el 2016 nuevamente fue blanco de otro hecho de esta naturaleza.

En un callejón de su ciudad, dos hombre la violaron. Cuando eso, ella decidió no contar lo ocurrido y tampoco denunciar en ese momento. Sin embargo, luego denunció y su madre, Lisette, asumió que revivir todo aquello fue mucho para su hija.

A partir de allí la chica empezó a tener cada vez más problemas. Tuvo anorexia y su vida se convirtió en un entrar y salir de hospitales y centros especializados, al punto que fue internada a la fuerza en una institución por seis meses.

Al salir todo fue peor, especialmente la anorexia. Su familia denunció la falta de lugares apropiados en Holanda para casos como el de su hija. Tuvo que esperar seis meses para que la admitieran en una clínica para desórdenes alimentarios y acabó hospitalizada y con una sonda nasogástrica. Su caso llegó a los medios de comunicación nacionales en 2018 y posteriormente publicó un libro, Ganar o aprender, donde contaba su historia.

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Hace unos meses, la adolescente hizo una lista de cosas que le gustaría hacer, por ejemplo, “ir en moto, fumar un cigarrillo, beber alcohol, pedir un tatuaje y comer una chocolatina”. “Hace años que no las pruebo por mi anorexia”, escribió.

Al mismo tiempo, y sin que nadie de su familia lo supiera, se puso en contacto con la Clínica para Morir (Levenseindekliniek), un centro privado holandés que practica la eutanasia desde 2013, con licencia, pero fuera del circuito de la medicina pública. Allí acuden en particular personas aquejadas de sufrimiento psíquico, el más difícil de evaluar objetivamente, y que figura en la Ley de Eutanasia holandesa (2002) siempre que no tenga su origen inmediato en una afección física. Al principio rechazaron a Noa porque era demasiado joven, pero se desconoce si finalmente ha recibido ayuda de esta clínica.

“Iré directo al grano: en un plazo máximo de 10 días, moriré. Después de años de luchar y pelear, francamente estoy agotada. He dejado de beber y comer por un tiempo, y después de muchas discusiones y evaluaciones, decidí acabar con todo, porque mi sufrimiento es insoportable”, escribió la adolescente en su perfil de Instagram el sábado. Ella no puso fecha exacta, pero el domingo falleció en su casa.

La eutanasia es legal en Holanda desde 2002, y a partir de los 12 años pueden pedirla los niños con enfermedades sin curación y padecimientos insufribles. Ellos necesitan el permiso de los padres, pero desde los 16 años deciden por su cuenta, siempre que tengan autorización y ayuda médica.

La ley holandesa considera eutanasia tanto la practicada por el médico, como la ayuda al suicidio (el paciente toma una sustancia preparada por el doctor), y la combinación de ambas. También contempla el rechazo del facultativo, pero, de acceder, debe asegurarse de que el sufrimiento del paciente es insoportable, que pide la eutanasia de forma consciente y repetida, y debe consultar con otro colega. De no hacerlo bien, la norma incluye penas de hasta 12 años de cárcel.