13 dic. 2024

Marly Figueredo contó que sus hijos le piden “que no les haga pasar pelada”

La exmodelo contó que intentó ser tiktoker, pero que sus retoños no le permitieron. Subió unos videos a la red social, pero le borraron.

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Marly dijo que aprendió a convivir con las críticas en las redes sociales.

Marly Figueredo habló sobre cómo es su vida desde que se casó con Rodolfo Friedmann y la exposición mediática que tuvo por las polémicas en las que estuvo envuelta.

“Yo soy hoy en día una mujer de armas tomar, yo aprendí a defenderme y a tener un escudo para que no me afecten las opiniones externas para tratar de mantenerme firme”, contó la exmodelo en entrevista con el periodista Carlos Gómez, en América TV.

La cuerona señaló que pasó muy mal durante un tiempo por los comentarios desagradables que recibía en las redes sociales.

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“La pasaba mal, creía que verdaderamente la gente me odiaba, incluso creía lo que me decían, hasta que entendí que ese es un microclima, al principio no sabía que era gente contratada, es un oficio montado. En redes sociales es un mundo y te vas afuera, te vas a una fiesta, a un encuentro político o a una cena y la gente te quiere igual”, aseguró Marly.

Alegó que desde pequeña quiso ser famosa, le gustaba la exposición. A pesar de que ama estar activa en las redes sociales, por las críticas tuvo que dejar de publicar muchas cosas. La red social donde más está activa es Instagram.

“Intenté hacer tiktoks, subí dos o tres videos, pero de repente desaparecieron mis videos. Mis hijos llegan del colegio y dicen ‘mamá borrame, por favor’ y agarran mi celular y borran, o sea, es como un círculo que les pertenece a ellos y dicen ‘mamá no me hagas pasar pelada’”, dijo, entre risas.

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Figueredo comentó que afortunadamente la generación de sus hijos casi no consume las polémicas de la tevé paraguaya, pero que las “más sufre” por las críticas en su contra es su mamá.

“La que sufre mucho es mi mamá, ella es la que lee todo, me envía un mensaje y me dice: ‘mirá ahí están hablando de vos’”, señaló. Recordó, una vez más, que tuvo que ir al psicólogo porque no podía conciliar el sueño por tanta mala onda de los ñañalos.