Santiago Cook analizó una y otra vez sus gastos. Con las imparables subas le tocó ya meses atrás cranear qué hacer para ahorrar un chiqui.
Luego de años de viajar desde Ñemby, donde pagaba G. 600.000 de alquiler, hasta el centro de Asunción, su solución fue mudarse cerca del laburo.
Ahora paga G. 900.000 por una piecita, pero aunque la mudanza compensa un poco pateando para ir a trabajar. Su preocupación es que su alquiler aumente ahora.
Cecilia Acosta, del barrio San Miguel, de San Lorenzo, va a pie hasta Mariscal López, cerca de Clínicas para tomar su bus. Antes tomaba dos.
“El colectivo ya llega lleno hacia mi casa, muchas veces ni me alza. Me levanto más temprano y camino. Ahora hay más pasajeros que antes. Me ahorro un pasaje”, dijo.
Repleto
“Lleno total, encima nadie usa tapabocas, es una locura. Casi en la estribera nos vamos, yo de rova’atã (caradura) nomás me hago de la karê, karê (torcida) y me voy hacia el fondo”, dijo Gloria Jara, de Trinidad.
La percepción que se tiene es que ante el último aumento de combustible, la gente usa su auto solo lo necesario y se volcaron a los buses. A esto se suma que no hay muchos colectivos en horas pico.
Algunas personas incluso prefieren salir sacar la bici. Otras familias que tienen dos coches, viajan en uno solo.
Casi en quiebra
Pero el hecho de que la gente no use más su coche no solo afecta a los pasajeros habituales de buses, también a dueños de estacionamientos.
Eduardo Wrede Villalba, encargado de uno en Asunción, dijo que algunos colegas ya están al borde de la quiebra.
“De cada diez autos que venían antes, vienen dos. Estamos flotando a la deriva, no tenemos recursos”, apuntó Eduardo.
No más paseos
Hugo González, chofer de Uber de Ñemby, dijo que el combus caro le deja menos ganancia. “Tenés que pensar dos veces antes de hacer una vueltita con la familia”, dijo. En su caso en particular, dijo que los paseos de los domingos a Ñu Guasú se mudaron a un lugar más cercano como las plazas.
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