El 2016 fue un año más que especial. El destino preparaba una sorpresa para Juan Emilio González y Mónica Rivas: unos colores los unieron y desde entonces, se volvieron amigos inseparables.
Cuatro años fueron suficientes para que el lazo de amistad que crearon sea de esos que ninguna barrera pueda vencer.
Juan, seguidor fiel del Aborigen, encontró en Moni la dupla perfecta para sus aventuras detrás del club de sus amores.
“Ambos somos hinchas de Guaraní. Le conocí por medio de mi esposa. Una vez, le invitamos para irnos a la cancha. Ahí empezó todo”, recordó el muchacho en una amena charla con EXTRA.
La dulce Moni sufre de parálisis cerebral leve, pero eso no le impide disfrutar del deporte rey y mucho menos sonreír al mundo. Fue así que entre tantas idas al estadio, ambos protagonizaron momentos que reflejan el sentido de la verdadera amistad.
“En el último partido de nuestro club en la Libertadores, estábamos llegando sobre la hora y como ella tiene esa dificultad para caminar, le alcé ka’írõ. En otra ocasión, le llevé para conocer la Olla y también le alcé upa”, rememoró emocionado Emilio.
Lo que conquistó a Juan y a su esposa de Mónica fue su espíritu. “Uno la ve y diría que puede estar mal por la condición física, pero no. Ella es maravillosa, irradia ganas de vivir”, contó.
Un hermano
El muchacho no solo se convirtió en el amigo que la llevaba en brazos detrás de su Guaraní querido, sino en su apoyo y, en ocasiones difíciles, en su fortaleza. “Él es mucho más que un amigo para mí, es un hermano, a veces un segundo papá, y otras, hasta se convierte en un superhéroe cargándome sobre su espalda”, expresó Mónica.
Le cumplió sueños
Juan no solo le cumplió a Moni el sueño de ir a la cancha por primera vez y festejar el título N° 11 del Indio en vivo y en directo, sino que pudo hacer de otro anhelo realidad.
“En el 2017, él, su esposa, y otros 2 amigos nuestros me cumplieron el sueño de viajar en avión por primera vez y de reencontrarme con el mar luego de 23 años. Él es una de las personas más nobles que conozco”, agregó.
Y el cariño no quedó en las gradas. Ambos fueron partícipes de gratos momentos de la vida del otro. La señorita fue testigo de su boda, y él estuvo presente en su graduación.
El sábado, ambas familias luqueñas se reunirán para celebrar la hermosa amistad que construyeron detrás de una pelota y tan bellos colores.