Desde chiquita, Antonella Romero Ávalos (23) ayudaba a su papá en la olería de la familia, gracias a eso, logró culminar una carrera. En el 2016 su padre formó la Asociación de Oleros y Afines de Saguazú de Yaguarón, con 50 familias, pero debido a que no aportaba muchos beneficios fueron quedando solo 10.
“Un año después, le dije a mi papá que quiero ayudarle para que florezca la Asociación, desde ahí me involucré y me nombraron presidenta. Lo primero que hice fue legalizar la Asociación. No fue fácil porque los requisitos eran muy exigentes. Iba y venía de la escribanía, de la Municipalidad, pero lo conseguí”, relató la joven, quien el viernes inauguró la planta industrial de ladrillos en su Saguazú natal.
Relató que el anhelado sueño pudo ser posible gracias a la participación en el programa de competitividad de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas del Ministerio de Industria y Comercio, donde presentó un proyecto para beneficio de los oleros, donde el MIC otorgó G. 87.000.000 en implementos y máquinas para la fabricación de ladrillos.
“Gracias a la olería pude culminar la carrera de Kinesiología y Fisioterapia, pero no porque tenga un título voy a dejar de lado, sino que voy a invertir para que esto tenga siempre éxito”, dijo la valiente jovencita.
Precio bajo
Anteriormente producían 80.000 ladrillos al mes, pero con las nuevas herramientas, la producción asciende a 100.000. La donación consistió en toneles eléctricos, carretillas, palas y carpas.
Aunque ahora podrán fabricar mucho más ladrillos al mes, el inconveniente con que se encuentran es que actualmente el producto no tiene precio. “Antes dábamos a G. 300 o 330 pero ahora bajaron a G. 250 y es muy poco. Entendemos que es por la crisis y esperamos que mejore”, concluyó.