Olga Villagra reza antes de dormir y al despertar para que su hijo, el doctor Diego Villagra, no se infecte con el coronavirus.
“Es muy difícil estar tranquila cuando sabés que tu hijo va a poner el pecho como muralla, para salvar vidas de montón de gente”, dijo la señora y se quebró al instante.
El doctor Villagra presta servicios en el Hospital de Luque y en IPS. Está en contacto directo con pacientes con síntomas de la enfermedad.
“Cuando era jovencito le prometió a su abuelo, que es héroe de la Guerra del Chaco, que él iba a ser su parte por Paraguay y se fue a estudiar Medicina en Cuba”, recuerda ña Olga. Durante esos años, la señora vivió los peores momentos, por estar tan lejos de su hijo y no poder protegerlo. Ahora, por la pandemia, siente lo mismo.
“Me decía que extrañaba mi puchero y yo no podía hacer nada para cuidarle. Cuando volvió siendo profesional, pensé que eso no volvería a pasar. Ahora siento toda esta angustia de nuevo, nos comunicamos solo por WhatsApp”, indicó la doña.
Olga vive con su mamá, que ya es abuelita. Para no ponerlas en peligro, el trabajador de la salud las visita menos. “No dejo que me vea llorando, tengo que demostrarle que estoy bien, para que él trabaje tranquilo”, manifestó.
Entre todos
Doña Olga pide a la ciudadanía que ponga su granito de arena.
“Si nos cuidamos, vamos a estar ayudando a todos los doctores. Solo pido que recuerden que ellos tienen familia esperándolos en casa”, expresó.
Padres, lejos del niño
Gabriel Alcaraz (31), bombero de Asunción y su esposa Andrea Soler, enfermera, pusieron a su hijo en cuarentena. Ambos trabajan en ámbito de la salud.
“Mi hijo de 6 años se está quedando con su abuela, mi mamá, ahí le tenemos aislado de todo, incluso de nosotros. Mis operativos son de 24 horas y mi esposa igual, ya casi ni nos vemos”, reveló el socorrista.
Los bomberos ahora deben percatarse si la persona rescatada, del fuego o de accidente, tiene síntomas del coronavirus.
“Tenemos que medirle la temperatura y si tiene síntomas alertar a SEME. Mi temor es llevar el virus a casa, mis padres son sexagenarios”, indicó. Gabriel y su esposa toman medidas extremas porque saben que la situación no es joda. “No puedo ni expresar cariño a mi hijo, me quiere dar besos y le atajo, le doy el saludo de la bendición nomás”, dijo.
Mejores uniformes
Luciano Quiñónez es papá de una joven enfermera del IPS. No se pierde las noticias, para estar pendiente de su hija.
“Leo todas las noticias nacionales e internacionales y le cuento a mi hija en el poco tiempo que nos vemos. Le pido que se cuide y que confíe en Dios”, dijo el señor.
A don Quiñónez le preocupa la poca protección a los enfermeros. “No tienen buenos uniformes y les faltan los instrumentos médicos para trabajar”, lamentó.