Con solo 19 años, viajó a España, para trabajar y enviar dinero a su mamá que padecía de cáncer.
Su tía le consiguió empleo. Cuidaba de una anciana ricachona.
Durante un año, Diana C., envió su sueldo completo. Gracias a eso, su mamá podía acceder a costosos tratamientos, en un sanatorio privado.
“Como vivía con mi tía, no pagaba alquiler. Ella sabía que su hermana estaba mal, entonces no me cobraba ni la comida. Pero esa amabilidad terminó rápido”, dijo.
La mentira
Diana conversaba con su mamá todas las noches. A pesar de los tratamientos, su estado de salud no era nada alentador.
El cáncer fue expandiéndose y los órganos de la doña comenzaron a fallar. Tuvieron que internarla.
“Ahí fue cuando me mudé a la casa de la abuela. Trabajaba tiempo completo, no tenía día libres pero me pagaban mucho más”, relató la joven.
Diana ya no podía hablar con su mamá. “Me decían que mamá estaba sedada y cosas así. Nunca podía escucharla, pero mi tía sí conversaba con ella”, recordó.
La cuenta en el sanatorio aumentó y su hermano le presionaba para que envíe más dinero. Su tía le convenció de que pida un préstamo a su patrona.
“La abuela sabía de mi desesperación, me veía llorar siempre. Me dio la plata, era mucho dinero incluso acá en España”, contó la compatriota.
Meses después, una exvecina le llamó al celular y le reveló algo terrible. “Me dijo que mamá falleció hace ocho meses y que mis parientes me ocultaron para sacarme plata. Mi tía, con quién vivía acá, fue cómplice”, señaló. Diana trabajó un año sin percibir sueldo, para terminar de pagar su cuenta. Sus dos hermanos le pidieron disculpas, pero nunca le devolvieron el dineral que envió.
“Mis parientes me quitaron todo, hasta la oportunidad de despedirme de mamá, así aprendí a decir adiós”, expresó.