La muerte de Antonio Candia (34), el viernes a la noche, víctima número 40 del coronavirus en el país, no solo enlutó a su familia, sino a todo el Asentamiento “Cristo Rey” de Ciudad del Este, que lo recuerda como un gran luchador social.
Por la crisis, “Toño”, como le decían en su comunidad, había quedado sin trabajo y hacía cualquier “changa” de vendedor para mantener a sus tres hijos. Sus familiares suponen que se habría contagiado en sus recorridos por el mercado de la ciudad, ya que se presentó como un caso sin nexo.
Cathlen Bogado, su esposa, en medio del llanto contó a EXTRA que la mayor preocupación de Antonio fue llevar la enfermedad a su casa y contagiar a su familia.
“Él usaba siempre tapabocas, se desinfectaba todo al llegar a casa para abrazar a sus hijos, hacía carteles para pedirle a la gente no salir de casa y cuidarse. Es muy triste que Toño haya sido la víctima”, dijo entre lágrimas la mujer.
Último adiós
La doña comentó que, por protocolo, recién el sábado a la mañana se les entregó el cuerpo. Lo velaron una hora entre 4 personas y lo tuvieron que llevar directo al cementerio de Minga Guazú para enterrarlo.
“Aún no podemos creer lo que le pasó, sus hijas lloran cada noche, me dicen que extrañan los abrazos de oso que él les solía dar al llegar a casa”, mencionó.
Complicaciones
Los médicos del IPS de Ciudad del Este, donde Antonio pasó sus últimos cinco días en terapia intensiva, señalaron que la posible causa de la complicación del cuadro respiratorio fue la obesidad del paciente.
“Los doctores me decían que, aunque su corazón latía muy bien, su pulmón estaba destruido, no podía respirar”, lamentó Cathlen.
“Un gran hermano”
“Antonio era un gran hermano, una persona maravillosa, muy alegre y divertida. Desde pequeño fue muy trabajador, desde los 6 años salía a vender verduras por la calles de Encarnación, su ciudad natal, para ayudar a mi mamá con los gastos”, dijo Cinthia Candia, hermana de Antonio.