Por primera vez, Froilán Jiménez (60), más conocido como el payaso “Tapa”, sacó lágrimas en vez de risas a sus admiradores.
Su repentina muerte a raíz de un infarto, ayer en su casa de Areguá, no solo enlutó a su familia sino a todos a los que alguna vez sacó una sonrisa en sus shows en circos y en fiestitas de cumpleaños en las que iba a animar a todos con sus chistes y juegos.
“Murió de tristeza. Por la cuarentena ya no tuvo trabajo, nadie le contrataba. Sobrevivía vendiendo bollos”, contó a EXTRA su colega Jorge Brítez, conocido como el payaso “Bochín”.
“Tapa” era presidente de la Asociación de Payasos y Afines Sonriendo del Paraguay, donde luchó hasta sus últimos días para que el Gobierno reconozca a los payasos como artistas y les dé un subsidio durante la cuarentena.
Según Jorge, Froilán colgó sus disfraces y pelucas desde abril y afirma que esto precipitó su muerte, ya que pasaba muchas necesidades económicas.
Último adiós
Froilán se “enamoró” del “arte de las risas” siendo muy joven, desde adolescente ya trabajaba en las grandes carpas de circo del país como trapecista y animador. Al correr de los años, por su edad y su salud física, se dedicó a animar fiestitas infantiles y eventos.
“Heredó y enseñó su amor al arte a sus hijos, quienes ahora también son payasos”, comentó Brítez. “Tapa” fue velado, en su casa, en el asentamiento Kokue Guazú, de Areguá, y será enterrado en el cementerio de dicha ciudad.
“Murió triste”
“Es muy triste que Tapa haya muerto preocupado por la ausencia del interés del Gobierno hacia los artistas. Luchó tanto por el subsidio y hasta ahora seguimos 8.000 artistas sin ninguna ayuda. En los circos ya venden sus carpas y se dedican a otra cosa”, señaló Jorge Brítez, su colega payaso.