“Hola, ¿Vos sos Lilian G.?”, decía el mensaje que le llegó al WhatsApp a un mujer. Claramente, respondió que sí. Un muchacho le informó que estaba preparando un pedido para ella.
Lilian quedó helada. Era la segunda vez que le contactaban por productos que no pidió. “El 31 de diciembre perdí mi cédula. Estuve internada en IPS por COVID y se me cayó ahí. Alguien encontró y se hizo pasar por mí”, relató Lilian a EXTRA.
El vendedor, amablemente, le explicó que, de hecho, él ya había pillado todo al ver que, frecuente y recientemente, varias empresas le echaron ojo a su Inforcomf. Eso le llamó la atención. El empleado le contó que llamó a una cooperativa donde es clienta y pidió su número. Seguidamente, le dijo: “Si querés atraparle, yo te voy a ayudar”.
Como si nada, el vendedor continuó con la venta de modo a que la estafadora no pille que él ya sabía que ella no era la verdadera Lilian. Para entregar los productos, agentes de la unidad de Delitos Económicos de la Policía se hicieron pasar por empleados del local comercial y se trasladaron al Hospital Central de IPS, donde la “Lilian trucha” dijo que laburaba cuidando enfermos.
Grande fue la sorpresa de todos cuando apareció una enfermera. Firmó los papeles y enseguida le pusieron las esposas. María Leticia Rejala Gómez, de 43 años, dijo a policías que fue obligada a estafar. “No acepta que es la autora, para nosotros es la principal porque da la casualidad que la víctima perdió su documento en IPS”, indicó a EXTRA el oficial Jorge López.
La enfermera había dicho al vendedor que su casa se quemó y por eso debía amoblar de nuevo. Pidió muebles y electrodomésticos por valor de G. 12 millones, pero el vendedor le dijo que no se le aprobaba. “Y dame nomás el lavarropas más barato”, se escucha que sugiere en un audio.
Leticia desde el 2008 estaba en IPS. Era funcionaria permanente, cobraba bonificación por grado académico y remuneraciones adicionales. Cobraba casi G. 5 millones al mes.