“Será que podemos dejar la entrevista para más tarde, nos estamos yendo a Areguá ahora”, se escuchó decir desde el otro lado del teléfono.
Los incendios, que están causando estragos en nuestro país, eran el motivo por el que Ángel Romero pedía algo más de tiempo.
A sus cortos 17 años, el rescatista decidió que lo suyo era ayudar a salvar vidas así como la portería del Deportivo Capiatá, club donde milita desde hace un tiempo en la categoría Reserva.
Antes de la pandemia y a menudo, Romero como todo héroe anónimo, solo cambiaba de uniforme y contó cómo fue que el voluntariado se convirtió en su otra pasión. “Me recomendaron para ir, recuerdo que fue un sábado y me inscribí en la Academia. Rápido le agarré la onda al tema bomberil”, explicó a EXTRA.
Pero había sido el gesto de valentía era una cuestión familiar. “Con mamá terminamos juntos el curso hace un año”, recordó orgulloso.
Multifacético
A comienzos de año tuvo que aprender a combinar las horas de entrenamiento en el club con las guardias en el cuartel, a eso habría que sumarle que Ángel también es salvavidas en un hotel y que tenía que ir al colegio de noche. “Practicaba por la mañana y lo de la Academia era por la tarde pero solo los sábados, eso facilitaba”, señaló.
Con todo esto del parate se postergó lo que era su inminente convocatoria como titular. Expresó que sus metas como futbolista son estar en filas de la Albirró e ir a jugar al extranjero. Finalmente el golero pidió a la gente que tome conciencia y que deje de quemar. “Esto que está pasando ya no es normal”, aseguró.